No quiero delirarte, perdoná, me pongo en salame a veces, pero debe ser porque en ¡el aire se respira un clima de victoria, papá! No un partido ganado. Un campeonato, si querés. Una Copa Libertadores, ponele. ¿No notás que en general la gente aprueba y banca la gestión? Y sí, claro que es lógico, justamente. Todos los días hay anuncios e inauguraciones de obras y proyectos. Ella está más fuerte que nunca. No para. Ganamos las calles. Los pibes hacen flamear las banderas con una alegría que contagia. Y te repito: la gente tira la mejor. Están los salames de siempre, repetidores de los vómitos de Clarín, pero la mayoría banca.
¡Pará, pará! Dejame contarte algo y hablás vos. Ya te dejo.
El domingo fui a ver al Ciclón. Jugábamos con Racing. De hijos es poco; con Ramón le ganamos las últimas quince veces. Cancha llena -ese es otro dato, anotálo: los partidos se juegan a cancha llena-. Sale Racing, forman para los fotógrafos frente a nuestra platea y pelan una bandera, por el cumpleaños de Néstor -sabés que fue su cumple 61, ¿no?-, bueno, la cosa es que pelan el trapo recordando a Néstor y dándole fuerza a Cristina, y ahí nomás, la platea estalla en un aplauso, cerrado, muy respetuoso, que me erizó ¡hasta los pelos de orto, pá! Fueron cinco segundos interminables. Arrancaron las primeras palmas, la gente se paraba para que qué carajo se estaba aprobando, digamos, y en cuanto la cazaban, se sumaban, de pié, con la espalda derecha, sin gritos -tampoco fue que cantamos la marcha-, pero se estaba haciendo un reconocimiento a la figura de él y también a la de ella. Me volví loco. Tuve que sentarme, meter la cabeza entre las rodillas y hacer fuerza para devolver hacia la panza la pelota que me anudaba la garganta. Cuando me levanté tuve que limpiarme los ojos.
Bueno, eso, chabón. Quería contarte, porque el otro días nos acordábamos de lo mal que la pasábamos cuando los vendepatria del campo nos quisieron llevar puestos.
¿El partido cómo salió? Vos sos un marciano, hermano. Perdimos como unos giles, pero bueno, todo no se puede. Un colombiano nos clavó dos pepas. Y le dedicó los goles a Dios, ¿a vos te parece?