El que tenga ganas de repasar lo terrible que fue la tarde del 20 de diciembre del 2001, dejo el vínculo a una nota que salió en una revista muy piola que se llama Mu.
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20 de diciembre del 2001
Gente,
para los que tengan ganas de incursionar en el planeta de la villa, sus ranchos y sus pasillos, sus vecinos, la miseria, la delincuencia, la droga y los pibes chorros, les recomiendo que lean "Cuando me muera quiero que me toquen cumbia", de Cristian Alarcon, un periodista que se especializa en este tipo de problemáticas -de un tiempo atrás para acá, en Página 12, Alarcón es quien escribe sobre las bandas peruanas que se disputan el control de la droga en las villas del bajo flores y que ya dejaron más de una docena de muertos-.
El libro es producto de un año de trabajo. El tipo se puso la camiseta de cronista, un oficio que requiere que uno se arremangue y se comprometa e involucre con los actores y su territorio; no lo podes hacer desde tu casa. El tipo se metió en una villa de la zona norte de la provincia de Buenos Aires, en el corazón de San Fernando, bien pesada, con códigos y valores propios, para que le cuenten -su madre y sus hermanos, otros pibes chorros, novias -, quien era, y porque lo santificaron, a Frente Vital, un pibe chorro de diecisiete años que fusiló la bonaerense en el 99, en un rancho de la villa. Convivió con ellos, se prestó, se sentó a sus mesas, tomó mate, comió asados, ganó su confianza, tomó notas y los acompaño en situaciones difíciles -como la muerte del hijo más chico de la madre del Frente Vital, producto de un accidente arriba del tren blanco de cartoneros. El periodista dice que conoció la villa hasta sufrirla.
Alarcon nos habla de Vital, su estilo de vida, su camino en la delincuencia, su lenguaje, sus tiempos, sus maestros, sus novias, sus códigos tomados de la vieja escuela de ladrones y su costumbre de compartir los botines con la gente de su barrio -hubo un caso famoso en el que Vital, con otros más, se robaron un camión de la Serenísima y lo metieron en el barrio: durante dos días todos los vecinos y vecinas comieron yogures, leche y quesos.
El autor hace una lectura de época, nos sitúa en los noventa, y desde ahí intenta explicar el porque del fenómeno conocido como pibe chorro: la exclusión, la brecha con los que más tiene que se acentúa de manera insalvable, la ostentación de clase, los fierros, los tranzas, las pastillas, el desenfreno, la solidaridad entre los vecinos de la villa, los institutos de menores y las cárceles de máxima seguridad, la corrupción, la caja de la bonaerense, el gatillo fácil, la muerte, el cementerio de San Fernando.
Es un planeta que está acá nomás, a pocas cuadras. El trabajo de Alarcón sirve, quizás, para que nos acerquemos a esta otra realidad, dura, ajena, hostil, con mecanismos de supervivencia propios, que va variando con la coyuntura del país. Planeta al que cada tanto le prestamos atención, en general cuando estalla alguna situación desgraciada.
Madres de la Patria
Nunca escuché que alguien hable de las madres de la patria. Y la patria necesita madres también.
Cristina Fernández de Kirchner fundó un concepto nuevo para los libros escolares. Designó a las madres de la patria: las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo.
Con esa declaración fundacional resumió, además, gran parte de su discurso: la cuestión de genero, la memoria, la reforma judicial para acelerar los juicios, la dignidad, el ejemplo y el camino que debe recorrerse para un país más justo.
Riki
La nota habla de ellos, del matrimonio mejor preparado para conducir a este maldito país, dos cuadros que están por encima del resto de la dirigencia actual, escasa, heredada, muchos de ellos, y ellas, nefastos. Hace hincapié en la palabra compañeros, poronista de origen pero que habla de ponerse el hombro, de sostener, un término que fue apropiado por otros y por otras para hablar justamente de eso, de bancar al otro. Habla del amor por las ideas. Dice: "aquellas ideas de autonomía económica, inclusión social, integración regional, presencia estatal allí donde el mercado chupa sangre".
Sandra habla de de una generación -la de ellos, la de Nestor, Cristina, nuestros viejos, la de Sandra- que fue diezmada, pero que dejó semillas que hoy florecen. Que hoy florecen porque está a la vista, más allá de las ideologías, porque hay un proyecto de país en juego.
Me emocioné mucho con la nota de Sandra. Me emocioné mucho con el discurso de Cristina, su preparación política, sus ovarios, su transparencia, su carne y hueso, su conmoción por saberse parte de un proceso histórico que pretende mejorarle la calidad de vida a muchos y muchas.
Lanus campeón
Mi amigo es un tipo que, aparte de gustarle el fútbol, los sábados va a un barrio de la zona sur de la capital a hacer trabajo social, en la semana trabaja en un Instituto de menores, les lee cuentos de matemática a los pibes presos, los contiene; es un tipo piola, sensible, con los pies sobre la tierra. Pero su respuesta me desilusionó.
Por la cara que le puse tuvo que fundamentar un poco más: “Ferro tiene dos campeonatos locales, Lanús, hasta el domingo pasado, ninguno: ahora tiene uno”. Mi amigo vive en Ramos Mejía pero creció en Caballito. “Ah… viene por ahí la mano”, dije, afirmando con la cabeza, los brazos cruzados sobre el pecho: “pero tenes una ciudad entera de fiesta, para muchos uno de los días más lindos de sus vidas, ¿eso no cuenta?”. "Eso no cuenta para nada", devolvió con la certeza de quien afirma que uno más uno es dos, "si no la podemos ganar nosotros que se la lleven los equipos grandes", y hace una pausa, el dedo indice en punta, las cejas levantadas, "pero nunca otro equipo chico”. “Pero pensá en la gente, loco, en su alegría, a vos te importa la gente”, insistí, quise sensibilizar, “no, papá, pienso en la gente cuando voy al barrio, pero el fútbol es otra cosa”.
Más allá de la anécdota que pinta a parte de nuestro folklore futbolero, a veces real, a veces algo exagerado, y a conciencia de quienes exageran, el grueso de la gente que consulte coincidió conmigo: genera satisfacción éste Lanús campeón del fútbol argentino. ¿Porque? Porque es un equipo chico(cuando se habla de chico o grande se lo hace en referencia a la cantidad de hinchas que tiene el club diseminados a lo largo del país), porque uno tiene debilidad por los los que tienen que remar el doble o el triple, los que la tienen más difícil, porque es un club que nunca antes había salido campeón, y, acá viene lo más importante, porque los tipos, llámese dirigencia, cuerpo técnico y jugadores, edificaron un proyecto con trabajo, coherencia, y sentido común, basado en un equipo que surgió, casi en su totalidad, de las inferiores del club, porque apostaron a ellos mismos, a su potencial, a sus ideas de juego, porque priorizaron el grupo, el colectivo.
Lanús es un ejemplo. La dirigencia tiene las cuentas del club al día, claras y transparentes; su técnico, Ramón Cabrero, un hombre muy humilde, de barrio, ante cada micrófono que le pusieron delante de la boca dijo: “estoy en el club desde los diez años, vivo en la ciudad de Lanús desde que nací, mi familia y mis amigos son todos de Lanús: ¿como querés que me sienta?". Estas características difieren, y mucho, de lo que vienen haciendo los clubes más importantes de nuestro fútbol. Por eso, el valor es agregado.
Llame a un par de amigos que son hinchas de Lanús. Todos me contaron que estaban sobrepasados por la emoción: una locura, inolvidable, no sabía como hacer para que mi viejo pare de llorar, ya está: me puedo morir tranquilo, por fin, papá, por fín se nos dio, gracias por llamar, loco.
Festejo el campeonato de Lanús porque demostraron que se puede, que la guita no lo es todo, que se pueden hacer las cosas bien, que se puede jugar un fútbol competitivo con los jugadores de las inferiores, que se le puede ganar a los poderosos, que los equipos chicos también pueden, que hay que darle.