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A él lo vi bajar los cuadros. A ella, disolver la SIDE


Por Rocío Bilbao

El Poder se manifiesta de diferentes maneras, con todas ellas golpea, y fuerte. Transforma, para bien o para mal. Destruye o crea. Ese Poder a veces es oscuro, siniestro, voraz. Se manifiesta en la sombras y daña. No tiene rostro, parece no tener cuerpo. Su capacidad de daño reside, precisamente, en que no lo podemos ver. Operetas, circos, escenarios montados, dimes y diretes, rumores infundados. Lo que sí vemos son sus consecuencias: Pánico. Y bien sabemos, una sociedad con temor pierde su capacidad de transformación, porque pierde toda esperanza.

Otra cara del Poder, sin embargo, también es anónima, pero tiene rostro. Millones de rostros. Es el Pueblo, son las plazas colmadas, las pintadas callejeras. El rostro de la solidaridad con el otro, la difícil y ardua tarea de construir la unidad y la organización más allá de los intereses y mezquindades individuales, con la convicción de saber que el único camino para ser libres es luchar por ser definitivamente iguales. Y con una única bandera: la bandera de la Patria.

Soy orgullosamente kirchnerista por muchas razones. Tal vez me quede grande decir que es por comprensión histórica o voluntad política. Pero una de las razones más fuertes es porque vi, a lo largo de estos hermosamente tumultuosos años, cómo este Proyecto Nacional y Popular construía (y así se construía a sí mismo) Poder Popular al tiempo que, desnudaba uno a uno  esos poderes fácticos y oscuros, les ponía nombre y apellido, arremetía contra ellos.

Por ejemplo, a Él lo vi bajar los cuadros. A Ella, disolver la SIDE. Y además, un conjunto de políticas que, tal vez, se puedan resumir como la restitución de derechos de millones de argentinos. Incluso de aquellos que hoy gozan de sus beneficios pero parecen ignorarlos.

Claro que falta un largo camino todavía. Y esa lucha contra los poderes corporativos y concentrados es cada vez más dura. Y seguramente habrá muchos errores, desatinos y temores. Debo confesar que sostuve (y aún lo hago) que el camino hacia muchas verdades que nos faltan sea largo e interminable. Pero estoy convencida que ese camino solo puede transitarse si sigue fortaleciéndose nuestro Proyecto Nacional y Popular. Porque es el único espacio en donde es posible la construcción de la institucionalidad necesaria para que la Verdad y la Igualdad sean factibles.

Hoy la Jefa dijo que cuando mataron a Ferreyra nadie daba apostaba dos pesos a que ese crímen iba a esclarecerse. Y sin embargo así fue. Doce años atrás, muchos creíamos que era impensado que los milicos sean definitivamente juzgados. Y hasta era imposible siquiera esgrimir la idea de la complicidad civil. Hoy los genocidas están siendo enjuiciados y condenados y sabemos que aquella dictadura no tiene otro nombre que el de cívico-militar.

La medida tomada por Cristina hoy de disolver la Secretaría de Inteligencia es un pasito más (firme, valiente  y sin pausa), entre muchos otros, en este camino hacia una Democracia verdadera, donde el único poder posible sea el del Pueblo. Y, sobre todo, nos dio algo que muchas veces se resquebraja: esperanza.  La esperanza en que, a pesar que esos aquellos poderes fácticos y espurios golpeen fuerte, no dejaremos de luchar por la igualdad. Y que somos invencibles. Porque tenemos amor, amor a la Patria.

¡CRISTINA CONDUCE!

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