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Los túneles de Perón
EAAF
El Equipo Argentino de Antropología Forense se dedica a desenterrar identidades. De un resto óseo, o de una prenda descolorida, a través de la ciencia y miles de horas de trabajo ciento por ciento vocacionales, devuelven a la vida el ADN de una persona que hace muchos años fue asesinada por el terrorismo de Estado Argentino, u otro.
Rosariazo
Patrick Rice: la lucha con alegría
Por Charly Pisoni
El jueves 8 de julio recibimos la triste noticia del fallecimiento de Patrick Rice, compañero, militante y luchador por los derechos humanos.
Se fue una persona diferente, de las que escasean.
Sencillo, humilde, desposeído de lo material, solidario.
Patrick era distinto. Su corazón dejo de latir durante una escala de su vuelo que hizo en EEUU. No creo en las casualidades. Patrick luchó durante toda su vida, denunciando las atrocidades que se cometieron en América Latina, planificadas y digitadas desde los EEUU. Patrick era internacionalista, pero por sobre todo, era profundamente latinoamericanista. No es casual que su espíritu, haya quedado allí. En ese país, que es uno de los principales violadores a los derechos humanos en el mundo. Allí donde lo necesitaban, Patrick estaba. Y allí necesitan de Patrick, necesitan de muchos Patricks para velar por los derechos de los más desposeídos.
Patrick será irremplazable. La muerte de Patrick significa una pérdida por partida doble. Primero porque lo queríamos como persona, como ser humano y también porque queremos a su familia, que son también compañeros de lucha. Pero además sufrimos por la pérdida de Patricio porque se nos fue un luchador inclaudicable, que será imposible reemplazar. Si pudiéramos medir la lucha en el campo de derechos humanos de las personas en Argentina, Patrick no ha aportado sólo un granito de arena: Patricio nos dejó cientos, miles de granitos de arena, para que esa resistencia se haya transformado hoy en victoria. Que hoy brindemos por ver a Patti preso, y en breve en un Juicio Oral, o que festejemos que a Francisco Madariaga, como a los 101 nietos, se les haya restituido su identidad, mucho se lo debemos a él.
Patrick era sorprendente. La primera vez que comimos un asado de su autoría, muchos desconfiábamos que ese irlandés alto y gracioso, pudiera cocinar tan deliciosamente "nuestra" carne. La segunda vez que nos deleitó, supimos que no era la carne o la virtud del carnicero: Era el asador. Después nos contó que había aprendido de los albañiles con los que trabajaba en los 70´s y que todos los días hacían asados. Seguramente ese alumno haya superado a sus maestros. Y así lo recordaremos también, como "el mejor asador irlandés de la Argentina".
Patrick era alegre. Y así fue su despedida. Como él hubiera querido. Con su familia, argentina e irlandesa, con sus compañeros, con sus amigos, con cientos de personas que colmaron la Iglesia Santa Cruz y participaron del homenaje que se le realizó y que terminaron bailando con él, un lunes frio de julio a las 12 de la noche, con un carnavalito que lo rodeaba, que lo abrazaba, feliz.
También fue masivo su entierro en el cementerio británico, con una gaita que se escuchaba de fondo y un whisky, de esos que a él le gustaban, que se compartía en su honor. Su recuerdo también se hizo presente esa misma noche en un bar irlandés, chocando los vasos de cerveza y contando las anécdotas compartidas. Así lo despedimos, con un profundo dolor y mucha tristeza, pero con la convicción de haber aprendido de este maravilloso ser humano, que no es posible continuar este camino de lucha, si se pierde la alegría.
Patrick tampoco creía en las casualidades. Nos dejó dos mensajes antes de irse. El jueves 8 de julio, fecha de su fallecimiento, un tribunal tucumano condenó a Luciano Benjamín Menéndez y otros represores a cadena perpetua. Y, por otra parte, en el mismísimo momento en que enterrábamos su cuerpo, este último martes, la Jueza Danas de la Ciudad sentenciaba la prohibición del uso de las pistolas Taser, por ser un elemento de tortura.
Él había sido uno de los impulsores de esta causa con todos los compañeros que integramos el Observatorio de Derechos Humanos. Y como inclaudicable luchador contra la tortura, antes de irse, nos dejó estos dos regalos, con un mensaje y un legado final que llevaremos con mucho orgullo y responsabilidad: seguir peleando con alegría por el derecho a la vida y la plena vigencia de los derechos humanos.
Te vamos extrañar.
Hasta siempre, queridísimo compañero Patrick.
Taser no, Macri
Dice la sentencia que resolvió el amparo presentado por el Observatorio de Derechos Humanos (ODH):
"Reconocer la dignidad de las personas a la luz de los tratados internacionales que el Estado argentino ha decidido suscribir implica indefectiblemente aceptar que el Dstado no puede proferir tratos crueles, inhumanos o degradantes que provoquen sufrimientos o dolores intensos, tal como lo ha descripto el Comité contra la Tortura. Si esta es la calificacipon que ese comité ha efectuado de las armas Taser, debe estarse a esas conclusiones, y admitir que hemos decidido vivir en un asociedad donde deseamos que ciertos hechos no sucedan "NUNCA MAS".
Desde el ODH estamos muy contentos de incidir en la vigencia de los derechos humanos y de aportar a la discusion sobre qué política de seguridad queremos en la Ciudad.
El derecho al amor
Por Celia
"Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad." Carta de San Pablo a los Corintios.
Como el derecho a la salud, a la educación y a la alimentación, nosotros, los seres humanos tenemos derecho al amor. El amor no es solamente sentir mariposas en la panza. El amor es, además, compromiso, responsabilidad, compañerismo y una buena lista de obligaciones y derechos civiles que los que se aman, por decisión propia, deben cumplir. El amor, según mi educación católica, es el mandamiento más grande. "Amarás a Dios y a tu prójimo como a tí mismo", así de importante es el amor para los católicos. Este mandamiento no excluye a ninguno de los hijos de Dios, porque Dios, el Dios que amorosamente me enseñaron en mi casa y en mi escuela es un padre que sufre conmigo, cuando sufro y se alegra por mí, cuando me alegro. Como todo buen padre, está allí para consolarme, para asistirme, para protegerme. Dios, mi Dios, este que me han enseñado, quiere a todos sus hijos por igual, más allá de sus elecciones. Mi Dios no condena por los errores sino que perdona y consuela. Mi Dios no pondría por delante, nunca, con quién me voy a dormir para decidir si me quiere o no. Mi Dios me quiere feliz y respeta mi elección de amor, porque para El, eso es lo más importante.
Yo soy una mujer heterosexual. Como he dicho, criada en el seno de una familia católica. He sido bautizada, tomé la comunión, me confirmé. Aún no me he casado y todavía no tengo claro si voy a hacerlo, porque aún tengo tiempo para decidir si quiero o no hacerlo. Tengo esa posibilidad. He tenido una hija. Mi hija fue bautizada y recibió el agua de socorro cuando estaba a punto de morir. Recibió un responso amorosísimo cuando Dios se la llevó a su lado. Mi fe en un Dios que es amor es tan grande que creo que hizo que mi hijita tuviera un descanso perfecto y amoroso después de cinco meses de luchar por su vida. Porque mi hija tuvo la suerte de tener una mamá y un papá que la acompañaron paso a paso todo el camino que le tocó recorrer hasta llegar a Dios. Gracias a que sus padres somos heterosexuales, que era una hija biológica de una pareja heterosexual que la amó con toda el alma, pudo tener a su disposición los mejores médicos y la mejor atención para el resto de camino que le tocaba andar.
¿Pero qué hubiese pasado con mi hija si no hubiese sido hija de una pareja heterosexual? Dios la hubiese querido de la misma manera, por supuesto. Como hubiese amado tanto como nos amó a nosotros, si mi pareja o yo hubiésemos tenido una elección sexual diferente. Porque esto es Dios.
Y en estos días no es Dios quién habla. Hablan sus supuestos enviados, y ni siquiera todos, solamente algunos que no hacen más que excluir del único lugar en donde los católicos, por lo menos, podemos conseguir un poco de consuelo o de ayuda o de compañía, demostrando una vez más que la Iglesia vive atrasando la historia doscientos años. Porque la Iglesia, todavía propone un Dios castigador, al que temerle, del que hay que cuidarse porque es vengativo y discriminador, que no acepta a cada uno por lo que es, sino por la forma en que elige vivir su vida. Ese es el Dios que desde hace unos días, estos voceros que parecieran tener línea directa y privada con el cielo quieren en el que creamos. Un Dios que dice que hay aberraciones donde hay personas que se aman, muchas veces hasta de una manera muchísimo más sana que los heterosexuales, que apuntan siempre a la promiscuidad homosexual como si entre los heterosexuales la promiscuidad no existiera. Un Dios que propone que uno, como católico, viva escondiendo su elección de amor para poder proseguir con su fé. Un Dios en contra del amor. Del amor bien entendido, del amor bueno.
Que condenan a los homosexuales, pero no condenan a los que entre sus filas son pedófilos o a los que fueron cómplices del peor genocidio que vivió este país. Condenan al amor "diferente" porque son parte de una institución que condena, también, a sus propios ministros a la soledad y a la castidad, que no les permite conocer el amor íntimo y real de una persona hacia otra, que les prohíbe la máxima expresión del amor que es tener una buena vida sexual, siendo todo esto ni más ni menos que una pequeña representación del amor que todos los que creemos en Dios sabemos que tiene por nosotros.
Y uno, que cree en un Dios que nos quiere alegres, amados, plenos, no puede entender cómo sus representantes pueden obviar el detalle que todos aquellos que son excluídos, discriminados, no queridos, con todo tipo de carencias son los que más necesitan a Dios. A Dios y a todos los que creen en él, quizás de manera todavía más importante que los que como yo, tenemos la suerte de ser aceptados y queridos y con la capacidad de elegir qué hacemos o que no con nuestra vida. He tenido una hija, planeo tener más hijos. Tengo sobrinos. No sé qué elección sexual decidirán para sus vidas cuando crezcan, lo que si sé es que elijan lo que elijan yo voy a exigir que ellos tengan los mismos derechos que tengo yo. Y ni siquiera tengo que irme al futuro para exigirlo. Exijo ahora que mis amigos, todos los que conozco gocen siempre de los mismos exactos derechos que yo tengo, que puedan elegir en su vida lo que les haga bien, sin importar para nada con quién disfrutan o dejan de disfrutar su vida sexual. Por el simple hecho de que son buenas personas, que quieren poder vivir su amor con los mismos derechos y garantías con que vivimos todos los demás.
Porque todos, mis amigos, tenemos derecho al amor con todo lo que implica el amor bien entendido: todas las obligaciones, todos los derechos. Porque si para Dios somos todos iguales, no hay por qué creer que hay un sólo hombre en la tierra que pueda decir lo contrario.
Yo estoy a favor del amor. Y creo que si la base de esta sociedad fuese el amor, sin importar la forma que ese amor adquiere, viviríamos en una sociedad mucho mejor. El mejor amor es en libertad. Y la libertad se consigue sólo cuando todos tenemos los mismos derechos y las mismas obligaciones. Sólo el amor nos hará libres, dicen. Entonces, por favor, dejennos serlo. No hay guerra posible. Estamos hablando de la concreción misma del amor. De la posibilidad de vivir, todos y todas, en una sociedad en donde el amor sea, además de fundamental para la sociedad,indispensable para la vida de cada individuo. Que nadie tenga que esconderse ni ocultar su identidad. Que todos podamos mostrarnos tal y como somos, con nuestras elecciones y decisiones, aceptando de una buena vez, que no hay una forma correcta o incorrecta del amor. El amor ES. Y como tal, debe ser respetado por las leyes de los hombres civiles y por las leyes de los hombres de Dios.
Patrick Rice
El día después
1) Hay una tristeza constante en este aire caliente que entró a Buenos Aires como para abrigar los cuerpos helados. Estamos en pleno invierno pero hace calor. D10S quiso que salgamos al sol, todo sigue, triste pero sigue.
2) Ayer a la noche vimos con Juli la película del Diego, realizada por Kusturica. Me la regaló Manu para el día del padre, en pleno mundial: todo un simbolo. Hay que tener la piel de metal para no ponerse como un pollo con su voz, con sus goles. Hay que estar distraido y pensando en otra cosa para impedir las lágrimas. Kusturica logró (porque es un artista y no un periodista) mostrar el corazón de ese hombre que está rodeado de gente pero totalmente solo, un hombre que tiene una iglesia y cien ciudades a sus píes, pero también un oceano de faltas que, para poder hablarlas, las pone todas en su rol de padre. Y hay más, mucho más ahi. Quiero verla de vuelta. Hay un par de escenas inolvidables con música en vivo de fondo y el Diego como protagonista. La música cura.
3) Ahora, que cae la noche, sabemos que empieza la semana sin Argentina en el mundial, hay que reformatearse, quizás sólo sea una temporada de conejos: escuchó a Martín Buscaglia: sabe llegar a algún lugar; su música cura. Me lo recomendó nuestro entrañable y formidable amigo Lucio Mantel. Y es muy bueno.
Otra copa del mundo (VII)
Un poema de Gustavo Abrevaya, mi padre, a propósito de la eterna magia del 10, ahora de brazos cruzados y con el crucifijo en la mano, otra vez centro de la atención mundial, pero dentro del corralito.
Escuché, temblando, aullidos y jaurías, vislumbré tarascones, ferocidades antes vistas, la vieja crueldad.
Pero eras capitán, villero, sedicioso y grone, y te ibas como si volaras.
¿Volabas?
¿Qué hacías?
Después, fugitivo, pisaste el área y apareció uno a reventar de frente. Fue demasiado y, perdonáme, no aguanté y cerré los ojos. Eso fue Hiroshima, se clavaron los relojes, hubo un alarido del mundo y miré porque tenía que mirar, y supe que eras eterno y que mis nietos me escucharían contarles que habían capitulado: el aliento inexacto, los duros cogotes al fin doblados, los ojos en el suelo, los cazadores se tragaban la derrota.
Te ibas como las leyendas, marcando el camino, flecha, literal, azul y barrilete y cósmico.