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Buscar dentro de HermanosDios
Tuve la chance de comprobar en primera persona los alcances de la nueva Justicia del Consumidor que el Gobierno nacional implementó en marzo de 2015. Había sufrido un abuso de parte de una empresa -de esos que todos tenemos que tolerar casi a diario- , y decidí hacer el reclamo en el portal web de Consumo Protegido. El trámite derivó en una conciliación, en un lugar un día determinado. No sabía con qué me iba a encontrar, pero fui. Y contra todos los pronósticos de la historia, ahora sí, con nuevas reglas de juego, le gané la disputa comercial a un gigante.
En el mismo instante que la empresa me daba la razón, tuve una conmovedora sensación, que dejó hace bastante tiempo de ser una novedad. El brazo igualador del Estado llega hasta allí donde ningún otro lo hace. Nadie se ocupará de los más vulnerables, si no es el Estado, que somos todos, y que algunos sectores de la sociedad no están dispuestos no a aplaudir, sino a tolerar, y por eso operan con tanta virulencia para dinamitar iniciativas oficiales que tengan que ver con un país más justo y equitativo.
Acá está la historia: http://bit.ly/1TZapai
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Flores de la libertad tenían enganchadas en sus pulóveres y sacos de lana los hombres y las mujeres y chicos que viajaron desde interior del país para vender sus productos regionales frente a la rosada Casa del Pueblo, en el marco de la Fiesta Popular de la Integración que organizó el gobierno nacional. Eran las cinco de la tarde, y un rato después Evo Morales y Cristina descubrirían la monumental obra de broce de la heroína de la independencia, Juana Azurduy, una figura que recuperamos en la última década, a pura conquista política y cultural.
Flores de la libertad decoraban los puestos de madera de los productores de la argentina profunda, que trasladaron sus productos hasta el centralismo porteño, para que se los compremos, y los disfrutemos con los nuestros. Eso hicimos.
Una bonita botella de aceite de oliva virgen, a unos sonrientes catamarqueños de la cooperativa CPKA (60 pesos). También un frasco de miel, a unos productores de la ciudad de La Plata (40 pesos), y por último una pastafrola de batata (30 pesos), a unas mujeres de un pueblo bonaerense cercano a la ventosa Bahía Blanca, que nos contaron que su pequeña empresa estaba funcionando bien, y que estaban allí gracias a la Red Comprar del Ministerio de Economía.
Todos los productores, y los artesanos, tenían una cálida expectativa en la mirada. Por estas horas, debido a la calidad de los productos, precios, y el aluvión de visitantes que recibirá la Fiesta de la Integración, seguramente venderán todo lo que trajeron, y más.
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