En aquel texto relatábamos algunas circunstancias del segundo recital que dieron los Rolling Stones en River, el 23 de febrero de 2006, y en el marco de la gira mundial que desplegaron para presentar el disco “A bigger band”. Esa noche hacía mucho calor. Llovió todo el show. Y ese capricho climático potenció aún más la arenga futbolera que tenemos los argentinos cuando nos juntamos de manera masiva en las canchas de fútbol, en las manifestaciones políticas, o en los recitales.
En la mitad del show los stones caminaron por un pasillo hasta la mitad del campo de juego, donde tenían armado un escenario de diez metros cuadrados. Fue ahí, durante ese recorrido, que percibimos que Jagger, Richards y el resto, estaban sobrepasados. No estaban preparados para tanta entrega. Miles de pibes revoleábamos las remeras por encima de la cabeza, bajo la cortina de agua, entonando una consigna futbolera, y ellos, entre atónitos y maravillados, se golpeaban el corazón, miraban hacia el cielo, imitaban nuestros movimientos de brazos tercermundistas. Lo mismo sucedió durante la media hora que tocaron espalda contra espalda en el corazón del campo de juego. Las remeras les caían sobre las cabezas como si fuesen pesados gotones de lluvia, y a los asistentes no les alcanzaban las manos para recogerlas a todas.
Tres días después, el sesionista Darryl Jones, afroamericano y bajista de la banda, educado en las más prestigiosas academias de jazz de los Estados Unidos, pidió, en su blog, que algún seguidor que supiese algo de antropología o sociología le explicase qué pasaba en la Argentina, por qué tanta celebración y efusividad.
Puede que Jones no haya estado al tanto de las corrientes migratorias europeas que aterrizaron en nuestra patria stone a comienzos del siglo pasado, y las ideas anarquistas que escondían en las valijas; las huelgas de los obreros, la represión, la cárcel, los muertos. Jones tampoco se debe haber enterado de las migraciones internas de algunos años más tarde, o quienes eran los cabecitas negras, Perón, las patas en la fuente del 17 de octubre del 45, la abanderada de los humildes, la armada que tiraba bombas sobre la población civil, la iglesia católica, la proscripción del movimiento político más importante de todo el continente durante 18 años, la posterior irrupción política de los jóvenes, las armas, la revolución socialista, el golpe de Estado del 76 y la complicidad de la patria ganadera y financiera, los desaparecidos, los vuelos de la muerte, el robo sistemático de bbebés, las Madres que empezaban a darle vueltas a la pirámide de una plaza que para nuestro pueblo es neurálgica en relación a las reivindicaciones sociales, políticas y económicas. Jones tampoco debe saber de recuperaciones democráticas, hiperinflaciones, obediencia debida, indultos, y miembros de las fuerzas armadas genocidas caminando por las calles, el escrache, las relaciones carnales con el imperio, la desocupación, la miseria, la exclusión o la indigencia. Tampoco fue a ver a los Redondos, ni habrá sabido, qué culpa tiene, que las fuerzas de seguridad se cansaron de matar gente, o qué significa gatillo fácil, o movimiento piquetero, o por qué un presidente se tuvo que escapar de la casa de gobierno en helicóptero mientras la población pedía a los gritos la cabeza de toda la dirigencia política nacional. No sabemos si se enteró de que en nuestro país sucedió tragedia de Cromagñon, en la que se incineró la vida de 194 chicos, o que el presidente que gobernaba la Argentina cuando él tocó en River era un hombre distinto, que rompía los protocolos, que era casi una figura del rock, por su rebeldía, o que ese mismo hombre falleció el 27 de octubre del 2010 y que el pueblo lo despidió, incrédulo, maldiciendo a la historia, con una congoja incomensurable para nuestra era.
Tampoco sabemos si Jones está al tanto que la refundación de la patria Stone ahora la encabeza una mujer llamada Cristina, o qué significa desarrollo con inclusión social, o proyecto nacional y popular, o Asignación por Hijo, o Fútbol para Todos.
Si los Stones vienen en el 2013, me comprometo ahora, y ante ustedes, que le haré llegar al talentoso bajista nacido en Ilinois, Chicago, algunos pasajes de nuestra historia. Y la interpretación personal de aquellas circunstancias (aunque no sea sociólogo). Quizá, así, podamos ofrecerle una hipótesis -que a su vez podría llegar a ser retransmitida al Lord Mick Jagger, o a Richards, y el resto-, acerca de la potencial incidencia que tuvieron todos estos elementos históricos, más algunos otros, en el inhóspito parto de la primera Patria Stone del planeta.