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Otra copa del mundo (VII)

Un poema de Gustavo Abrevaya, mi padre, a propósito de la eterna magia del 10, ahora de brazos cruzados y con el crucifijo en la mano, otra vez centro de la atención mundial, pero dentro del corralito.


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Se te vinieron cinco encima y giraste de a cachitos: un cuarto de giro, otro y otro más y ahí, buscapié, empezaste a correr. Vi dos, frenéticos, que venían atrás tuyo mientras volabas esquivando garrotazos: te cazo, te reviento, escupían. Y vos, duende, reías con los pies: corran, turritos, corran. ¿Cuántos eran, arremetiendo, rodeándote, respirándote en la nuca? Te tiraste a la izquierda, pasaron dos, después a la derecha, pasó uno, pero llegaron más, de dónde salían, por favor, se nos venían encima, a vos que corrías, a los que te miraban y a los que no te miraban también. En ese momento eras, ya, nosotros, para siempre, y jadeábamos tu jadeo y corríamos a tu lado gritando dale que ganamos.

Avanzábamos. Y esos arrogantes no entendían cómo vos, enanito, seguías vivo.
Escuché, temblando, aullidos y jaurías, vislumbré tarascones, ferocidades antes vistas, la vieja crueldad.
Pero eras capitán, villero, sedicioso y grone, y te ibas como si volaras.
¿Volabas?
¿Qué hacías?
Después, fugitivo, pisaste el área y apareció uno a reventar de frente. Fue demasiado y, perdonáme, no aguanté y cerré los ojos. Eso fue Hiroshima, se clavaron los relojes, hubo un alarido del mundo y miré porque tenía que mirar, y supe que eras eterno y que mis nietos me escucharían contarles que habían capitulado: el aliento inexacto, los duros cogotes al fin doblados, los ojos en el suelo, los cazadores se tragaban la derrota.
Te ibas como las leyendas, marcando el camino, flecha, literal, azul y barrilete y cósmico.


De yapa, una entrada del mismo autor, en un blog periodístico, y acerca del cerebro atrofiado de nuestro jefe de gobierno.

2 comentarios:

tristeza sin fin dijo...

Que grande Diego, ya pasó a formar parte de los héroes universales.Las generaciones venideras hablaran de su valor, de su mistica de su entrega.
Buenísimo el cuento, conmovedor.

Anónimo dijo...

Cómo envidio a todos ustedes, guardianes memoriosos de la hazaña más hazaña. Encima contra ellos! y en ese contexto!!, y pensar que Nietzsche llegó a decir que Dios había muerto...
Qué weno tener un tío así, que me lo haga sentir, como si fuera en vivo. como si yo lo hubira visto
(faaaah no te podés quejar)

Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios