la nariz y los pómulos de la grande
también la mirada y su pelo negro azabache
parecen calcados de la madre;
los rasgos de la chiquita, del padre.
cármen cumplirá tres años en enero
y por momentos pareciera
que tampoco a los diez logrará contener
las correntadas de emoción
que le sacuden el cuerpo de muñeca
como si sus músculos
fuesen de algodón, o seda.
sus palabras son destellos de luz
y su gestualidad atolondrada
resucitan la capacidad de asombro
de los adultos con hijos grandes.
lupe, su hermana, acaba de cumplir cuatro meses
con cada inocente mirada
baba sobre el antebrazo
sonrisa eléctrica
berreo y llanto
o los desesperados agarres a la teta de la madre
nos vuelve primitivos
conscientes de que no tenemos nada más puro que el amor.
ellas son las nenas de mi hermano y su compañera julieta
las que engrosaron el número de hijos
que él dice que tiene cuando le preguntan: tres.
es que el mayor, manuel, mientras tanto,
debe acomodar sus prontos quince años
a su cuerpo, a su cabeza
a su tercer año del secundario en un nacional
a las exigencias de la nueva familia;
por eso, entre los pedidos de colaboración de su padre
y las demostraciones de cariño con sus hermanas
juega a la pelota con mi hijo, que tiene diez
y que hoy, primero de enero del dos mil catorce
en la zona norte de villa gesell,
compartió una confidencia que ya todos sabemos:
todos ellos pasarán muchos veranos juntos.
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las hermanas dios
Subido por
Mariano Abrevaya Dios
on miércoles, 1 de enero de 2014
Etiquetas:
Hermanos Dios,
versos
3 comentarios:
Muy hermoso, muy sentido...un homenaje a la familia, a la tuya a la nuestra, a la que supimos conseguir, construir y amar.
Dan ganas de conocerlas!
Lindo relato!
Que tierno!
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