El último gran festejo que organizó la Unidad, una vez más, en Plaza de Mayo, fue para los treinta años de democracia. La fecha cayó justo cuando en el interior del país las policías provinciales se habían amotinado por cuestiones salariales. En pocos días las refriegas y los saqueos acumularon diez muertos. La oposición, y las corporaciones de medios de comunicación opositoras se rasgaron las vestiduras, pusieron el grito en el cielo por la celebración oficial. Nada nuevo. Pero dentro del kirchnerismo hubo un debate. En la Unidad, también. ¿Se debía, o no, suspender los festejos?
“Yo sostenía que había que suspenderlos”, dice Abelardo, serio. Javier tenía la postura contraria. “Llegamos a pelearnos”, recuerda el primero. Ahora se ríen, y chocan sus palmas en el aire seco de la oficina, pero remarcan que en aquel momento no lograban saldar las diferencias. Elevaron sus posiciones a las autoridades, que fueron los que evaluaron la coyuntura con otros elementos sobre la mesa, y tomaron la decisión de sostener la celebración.
Otra vez los mapas
Dicen que ellos se tienen que reinventar de manera constante. Lo mismo le piden a los organismos que montarán un stand en el parque durante el 2014. Dicen que el desafío es innovarse, siempre. A algunos organismos les sacaron el pabellón, ya que “si los visitantes saben que se van a encontrar con las mismas atracciones que el año anterior, ¿por qué van a volver?”, cuestionan.
Nos despedimos con un caluroso abrazo de compañeros. Cuando estoy bajando los escalones, espío por última vez la oficina. Ya están sentados alrededor de los papeles.
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