Lectura política
Algunos días después de las elecciones legislativas de octubre del año pasado fui al parque con mi hijo. Era una tarde de sol hermosa. El predio reventaba de Pueblo. Había que hacer cola para entrar a cualquier pabellón, o carpa. De repente, mientras caminaba por la arteria principal del parque sentí una profunda rabia. Muchos de los que me pasaban por los costados, junto a sus familias, novios, sacándose fotos, con las heladeras de picnic colgados de un brazo, habían decidido no acompañar las políticas de desarrollo con inclusión social de Cristina. Alzaba la vista, contemplaba la monumental política pública que ofrecía el Estado Nacional en ese mismo momento, para miles de compatriotas, y se me estrujaba el corazón.
Por qué, les pregunto a ellos. Hablan de los “derechos adquiridos”. Javier recordó que luego de las legislativas del 2009, cuando Néstor Kirchner perdió con un candidato de cotillón como De Narvaéz, llegó el cincuenta y cuatro por ciento de la actual Presidenta. “Una cosa es que te elijan para controlar, y otra muy distinta es para gobernar”, señala. Ambos están convencidos de que en el 2015 el Pueblo va a saber elegir, y que no van a tirar por la borda las conquistas de los últimos años, y la posibilidad de seguir ampliando derechos.
Abelardo dice que el desafío, si es que el proyecto nacional y popular pierde el poder, es hasta qué punto el Pueblo estaría dispuesto a regalar los avances de la Década Ganada. “Vas a poder eliminar la Asignación por Hijo”, pregunta. “¿Vas a volver a privatizar las jubilaciones, o Aerolíneas Argentinas, o el Fútbol?”. “¿Vas a poder cerrar Tecnópolis, o decir, señores, a partir de ahora para entrar al predio hay que pagar cien pesos?”.
Insisten, con vehemencia, en el musical de Zamba. Artistas que vuelan, pantallas de video en alta definición, una cortina de nieve que cae del techo cuando San Martín cruza los Andes. “Una producción del carajo”, subrayan. Vuelven a señalar que ellos, desde la Unidad, a la gente quieren darle lo mejor.
“Es falsa esa ecuación de que Estado Nacional más gratuidad es igual a berreta”, dice Javier. Que salga lo que tenga que salir. “¿Por qué lo gratis tiene que ser mediocre, o malo?”. En el 2013 hicieron 54 funciones del musical, para unas 5 mil personas. 250 mil disfrutaron del espectáculo en la tercera temporada del parque. No importa que sea gratis, o no. La pregunta que hacen Javier y Abelardo es qué espectáculo junta esa cantidad de espectadores hoy en la Argentina.
“Este es un gobierno que asume riesgos”, dice Javier. “Nosotros lo que hacemos, en sintonía, es asumir riesgos estéticos”. Por ejemplo, en la fiesta por la Década Ganada, en la Plaza de Mayo, el último 25 de mayo, cuando montaron a al DJ Zucker, Poncho y a Pablo Lescano, entre otros, en un contenedor transparente, y lo elevaron a treinta metros de altura por sobre las cabezas y las banderas de la multitud, mientras la fachada de la Casa Rosada era bombardeada por luces de todos los colores por medio de la técnica del Mapping.
La secretaria vuelve a irrumpir en la oficina. Otro llamado para Javier. Luego de un intercambio de palabras, el jefe corta. Lo acaban de poner al tanto de que el acto que organizaron en la villa 21.24 de Barracas, para la Presidenta, había salido muy bien. Se trataba de un homenaje, junto al cura villero del barrio, para Hugo Chávez, a un año de su pase a la inmortalidad.
¿El sello estético de la Unidad está presente en cada uno de los actos oficiales?, pregunto. Sí, en casi todos. Para el acto que acaba de finalizar, en la villa, montaron la técnica de audio y video, las pantallas, y diseñaron el fondo del escenario. Cuentan que para armar el dispositivo general de un evento oficial, se adaptan al lugar. En este caso, no iban a tirar fuegos artificiales, ni mostrar ningún tipo de derroche. De hecho, luego, a la noche, cuando lo vimos por televisión, se vio que el acto fue muy austero. Memorable por su significado, y el territorio en el que se realizó, y no por lo grandilocuente del acto.
Ponen un ejemplo con respecto a la idoneidad con la que trabajan. Por qué gastar un dineral en una lona brillante que luego te impedirá lograr una buena foto del acto, ya que la luz rebotará con una fuerza incontenible, si por el contrario, se puede poner una lona de tipo mate, que no brilla. No se trata de diseños rimbombantes, de tipo menemista, sino más bien sobrios, que expresen elegancia.
Un punto y aparte para la relación con el área de Ceremonial de los distintos ministerios del Ejecutivo, o el equipo de Presidencia. Aclaran que se llevan muy bien, que “desde el momento que los muchachos de Presidencia entendieron que la Unidad no quería competir con ellos, la relación anda como un violín”.
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Entrevista a Javier Grosman (2)
Subido por
Mariano Abrevaya Dios
on lunes, 1 de diciembre de 2014
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