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Encendidos

Ayer le decía a un amigo de la familia: unas de las conquistas más importantes del Kirchnerismo es habernos devuelto la política. "¿La política clientelista de los gobernadores de las provincias, los intendentes del conurbano, Rico?", me chicaneó. No. "La política entendida como actividad a la que, por ejemplo, los ciento cincuenta pibes de la agrupación a la que pertenezco le dedicamos tiempo y corazón", contesté.

Nosotros nos sentimos atraídos por la gestión de Nestor Kirchner, y ahora la de la presidenta Cristina, y decidimos armar, a mediados de septiembre del 2007, una organización oficialista, porque los tipos levantaron muchas de las banderas que nosotros sosteníamos en los años noventa, cuando la mano pasaba por resistir los embates de los diferentes gobiernos que fueron en contra de la mayoría de los intereses e inquietudes que teníamos como jóvenes, y como argentinos.

Volvió la política quiere decir -y esto es muy gráfico-, que las discusiones acerca de la gestión del gobierno actual –derechos humanos, índices de desocupación, pobreza y crecimiento, el campo, la corte suprema, Moyano y los sindicatos, la obra pública, la soberbia, la crisis internacional, la irritación, la nueva ley de radio difusión, que son dueños de la patagonia, la nacionalización de las jubilaciones, aerolíneas, agua y correo, Guillermo Moreno, la apuesta a la ciencia y la técnica, Luis D’elia, el MERCOSUR con Chavez y Evo Morales, el adelantamiento de las elecciones, entre otras cuestiones-, se ponen muy efusivas, sacan chispas, y hacen caminar por el lugar a los interlocutores con notorios gestos nerviosos, estés tomando mate con los compañeros del trabajo, en una mesa familiar, con los amigos después de jugar a la pelota, y hasta en la parada del bondi con otro cualquiera. Hacía mucho tiempo que la gente no plantaba bandera, de manera tan crispada, y elocuente, en relación a lo bien o mal que gobierna una fuerza política.

En lo personal festejo que estas ardientes discusiones se den en muchos de los ámbitos donde uno se mueve. Lo festejo porque quiere decir que el gobierno viene desacomodando algunas estructuras que estaban dormidas, en estado vegetativo. Y cuando uno toca ciertos intereses, la reacción es inmediata. Le vemos a diario, cuando Clarín, por ejemplo, o Carrio, o la mesa de enlace, está dispuesta a cualquier cosa.

Nosotros, los ciento cincuenta pibes, y muchos otros más que están organizados en otros espacios, motorizados únicamente por eso que llamamos convicciones, ya estamos saliendo a la calle a dar la discusión. Porque detrás del agravio, del fundamento barato, del me opongo a todo replicando a la oposición y al relato único de los grandes medios, mucho no hay. La idea es romper la coraza, el chaleco, el casco, e interpelar: el tema no son las formas sino el fondo. Demos la discusión, proponemos. Discutamos. Veamos hacia donde queremos ir, y cómo. Estamos dispuestos a escuchar, y asumir los desaciertos. Pero vayamos a fondo.

Estamos ante una oportunidad única de validar un modelo de país al que la gran mayoría apostaría, por lo menos en los papeles. Si uno escarba, se llega a esa conclusión. Hay que contar hasta diez cuando te boludean (por ejemplo, cuando se argumenta que la presidenta se viste caro, o el caso de la valija venezolana), y argumentar, poner sobre la mesa los mas valiosos logros que se vienen conquistando desde mayo del 2003 a la fecha, que no son pocos, y de un peso tremendo.

Esa es la política que ha vuelto: el fuego que te come el estómago cuando te ves defendiendo valores y convicciones.

1 comentario:

Una vez fui Josefina dijo...

sii contar hata 10 y respirar! es lo mas conveniente! que hermoso lo escrito me gusto,hay qe empezar a darse cuenta de qe de a poco la gente o mas bien la gente la joven se empieza a interesar en la politica como era antes.
Ricardo esta semana te llamo, porqe estoy con muchas cosas ya tengo 2 parciales para dentro de 3 semanas y son seguidos,en cuanto me acomodo te llamo =)
Un beso y muchisimas gracias por responder a mi mail.

Maru

Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios