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El reposo de las palabras


Del conflicto político de esta última semana, Cristina ya opinó de todo. Dijo lo que tenía que decir en el Congreso el lunes y en un par de actos, con cadena nacional incluida, en la semana. Ya está. Nos da mucho orgullo nuestra presidenta por su formación, por su personalidad y, en definitiva, por lo que hace desde su cargo. Y nos da orgullo porque tiene convicciones. Cuando una persona insiste tanto con algo y utiliza diversas expresiones para manifestarlo, como hace ella, es porque le sobran las convicciones. Siempre que Cristina habla nos deja títulos de diarios, consignas políticas y hasta metáforas que pueden ser envidia para cualquier escritor. Y lo hace porque sabe y porque siente.

Del otro lado, están los locutores, parcos, fríos, que dicen lo que le escribieron en el libreto o no dicen nada o repiten lo que escucharon. Es obvio que así sea. No saben lo que quieren para el país, quieren poder pero no saben bien para qué, quieren instituciones pero no saben qué se puede hacer con ellas. No hay propuestas que deriven en acciones que signifiquen transformar algún aspecto de la vida cotidiana de la gente. Sólo palabras.

Adoramos las palabras, por eso tenemos blogs entre otras cosas, pero Cristina tiene mucho más para dar que palabras. Ahora ya las dijo todas. Hay que guardarse. Todo lo que se dijo tiene que reposar. Y eso le va a servir a la clase política, a los interesados en política y a los que le chupa un huevo la política.

No hay que explicar todo, a veces. Ya están tirados los datos, ya está por agotarse el tema. Que aparezcan otros actores, el gobierno tiene Ministros y hay uno de justicia que puede pelearse un poco con los jueces. Hay uno de economía que tiene que recorrer el país para explicar de qué se trata esto. Y hay operadores políticos que también necesitan que las palabras reposen para poder actuar. Porque, además, ya no alcanza con tener razón. Y eso lo sabemos bien. No alcanza con decirnos entre nosotros lo bueno que es Cristina y lo malo que es la oposición. Tampoco alcanza con seguir repitiendo el archivo de la oposición. Hay que dar vuelta la página o agarrar otro libro. Hay que imaginar otro modo para decir lo mismo.

Los discursos constantes entusiasman y apasionan, pero también paralizan. Porque todo se resume a lo que ese discurso abre y cierra. Y hay enormes actores -en cantidad y calidad- que pueden seguir bancando esto, pero quizás necesitan ampliar el marco de actuación, que no sea tan limitado. También la presidenta debe confiar en su grupo, en la gente que la sigue, los que la aman, los que tienen las mismas convicciones y, sobre todo, los que forman parte del mismo proyecto político. Que Cristina no haga discursos por un tiempito, la vamos a extrañar mucho y la vamos a querer más. Extrañar es un sentimiento que alimenta el amor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy en un 100 por ciento de acuerdo. Es más en un 170 por ciento de acuerdo. Lo que Cristina más necesita en este momento es un asesor en comunicación política. Un muñeco como Durán Barba pero de nuestro lado. La razón la tenemos pero ahora hay que ver cómo lograr convencer. Y uno de las maneras es no haciendo tantos discursos porque pierde magia repitiéndose tanto.

Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios