ya había leído en un living
con piso flotante
arte moderno enmarcado en las paredes
y la tenue luz de una lámpara de pie
como única compañía;
también en un bar
con olor a cigarrillo
y un ancho vaso de ferné argentino
en la palma de mi mano;
lo mismo hice en un deshumanizado escenario
de un festival de la nada
o en un cumpleaños
en la terraza de una propiedad horizontal
atiborrada de afectos
y estrellas en el cielo;
frente al espejo, en casa
o en un pulgoso sillón de dos cuerpos
frente a la belleza de una mujer;
pero nunca antes, como hoy
en la escuela de mi hijo
frente a él, sus compañeros
otras decenas de chicos
que van a primero y también a séptimo
que por un instante mágico
se entregaron al relato oral
de un hombre común
que encuentra belleza en las palabras
a las ocho de la mañana
de un día cualquiera
de nuestra vida.
la mirada serena de mi hijo
la complicidad de los maestros
la apacible presencia de un puñado de padres
el tobogán, el árbol de copa frondosa
recortados en el fondo
edificaron un marco
que muy probablemente nunca olvidaré.
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leer para él
Subido por
Mariano Abrevaya Dios
on miércoles, 10 de septiembre de 2014
Etiquetas:
Ciclos de lectura,
Escuela del Árbol,
poesía,
versos
1 comentario:
Bello, bello, bello.
Me emociono una y otra vez con tus palabras.
Tu hijo ya esta hecho de esas palabras y te ama.
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