Flores de la libertad tenían enganchadas en sus pulóveres y sacos de lana los hombres y las mujeres y chicos que viajaron desde interior del país para vender sus productos regionales frente a la rosada Casa del Pueblo, en el marco de la Fiesta Popular de la Integración que organizó el gobierno nacional. Eran las cinco de la tarde, y un rato después Evo Morales y Cristina descubrirían la monumental obra de broce de la heroína de la independencia, Juana Azurduy, una figura que recuperamos en la última década, a pura conquista política y cultural.
Flores de la libertad decoraban los puestos de madera de los productores de la argentina profunda, que trasladaron sus productos hasta el centralismo porteño, para que se los compremos, y los disfrutemos con los nuestros. Eso hicimos.
Una bonita botella de aceite de oliva virgen, a unos sonrientes catamarqueños de la cooperativa CPKA (60 pesos). También un frasco de miel, a unos productores de la ciudad de La Plata (40 pesos), y por último una pastafrola de batata (30 pesos), a unas mujeres de un pueblo bonaerense cercano a la ventosa Bahía Blanca, que nos contaron que su pequeña empresa estaba funcionando bien, y que estaban allí gracias a la Red Comprar del Ministerio de Economía.
Todos los productores, y los artesanos, tenían una cálida expectativa en la mirada. Por estas horas, debido a la calidad de los productos, precios, y el aluvión de visitantes que recibirá la Fiesta de la Integración, seguramente venderán todo lo que trajeron, y más.
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