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Acompañados por los nuestros (acerca de la presentación del nuevo número de Kranear)




Vinieron los amigos, la familia y varios compañeros. A la mayoría los conocíamos, pero a otros no. Quizá algunos de ellos son lectores de la revista. Militantes o simpatizantes del Proyecto que disfrutan de nuestros contenidos gráficos. Y está bárbaro, porque en definitiva ese es el desafío que se propone cualquier editor: ganar lectores. O mejor aún: inventarlos. 

  

Pero lo cierto es que hasta el jueves estuvimos un poco nerviosos porque se nos venía encima la presentación de nuestro noveno número. En el bar de la sede del Partido Justicialista de la Ciudad de Buenos Aires, y junto a algunos de los protagonistas de la nueva publicación. Compañeros y compañeras que son referencia en el ámbito de la política, lo sindical, la gestión pública de las telecomunicaciones, la cultura, y el cooperativismo.

A todos ellos los admiramos por sus historias personales, por su lucha, y por sus responsabilidades políticas. A algunos los conocemos a varios años, en el ámbito de la militancia. Antes, en la resistencia. Hace no tanto, en los albores del armado de la juventud kirchnerista. Ahora, en el ejercicio del poder desde el Gobierno nacional. 


Por todo eso los fuimos a ver hace un tiempo atrás a sus oficinas, despachos, unidades básicas y fábricas. Pero en especial por sus enormes y actuales responsabilidades en la gestión de un Estado nacional, al que unos y otros, en algún pasaje de las entrevistas, definieron como emancipador, liberador de los pueblos, garante y protector de derechos. Un Estado Presente que, como dijo Néstor Kirchner, debe estar allí donde el mercado no llega (porque no rinde). 




Gracias Norberto Berner, Emiliano Gareca, Vanesa Siley, Osvaldo Balossi y Hugo Cabrera. Gracias por la confianza, por contarnos sus historias, por compartir análisis políticos. Con ese material diseñamos un nuevo número que ahora está en manos de aquellos que se fascinan con las mismas obsesiones que nosotros: la grandeza de la Nación y la Felicidad del Pueblo.

Nos dimos un gran gusto. Uno más, en esta historia de publicar una revista compañera que en octubre va a cumplir cinco años, y que se caracteriza por ser sostenida con esfuerzo y la profunda vocación de contar, de visibilizar, aunque sea en parte, la revolución kirchnerista que nos cambió la vida a nosotros y a millones de compatriotas.

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Somos espacio otra vez


Volvimos a meter un número de Kranear en la imprenta. La última vez había sido en octubre de 2014. Casi medio año nos llevó elaborar el nuevo trabajo. Podríamos ser más efectivos en cuanto a los tiempos. Sí. Es posible achicar los plazos. Obvio. Pero es lo que por ahora tenemos. Lo que somos. Seguimos soñando con ruidosa redacción en la que redactores, fotógrafos, diseñadores y editores produzcan información y sentido entre mates y humo de cigarrillos. Como los pibes de la revista THC, por ejemplo. Pero cuesta, claro. Cientos de publicaciones han dejado su huella editorial y estética en la historia política de nuestro país. En especial, durante los fervorosos años setenta. Y ahí nos inscribimos nosotros, a pesar de las dificultades. Pero con el ancla clavada en las profundidades de un presente precioso, transformador.

Por eso en el nuevo número publicamos la palabra de los compañeros de militancia de casi toda una vida -desde los 90 para acá, por lo menos- que ahora tienen gigantescas responsabilidades de gestión en distintos ámbitos del Estado emancipador.


Norberto Berner, por ejemplo, un compañero con el que compartíamos escraches a los genocidas durante la larga noche neoliberal, y que ahora se sienta en una enorme mesa de reuniones con los gerentes de las corporaciones de la telefonía móvil para negociar, en nombre de los argentinos, las condiciones de la licitación para comercializar la tecnología 4G en nuestro país. O que estuvo a cargo, junto a su equipo de trabajo de la secretaría de Comunicaciones, de poner en el espacio el primer satélite geoestacionario argentino.

Otro es Emiliano Gareca, un salteño y abogado de mil sonrisas y batallas que siempre puso a jugar su conocimiento jurídico a favor de los que menos posibilidades tuvieron a lo largo de su vida, a favor de la política, del proyecto nacional que gobierna el país. Que siempre se enchastró en el barro de los barrios, y que ahora lo sigue haciendo, pero con el cargo de subsecretario de políticas culturales del flamante ministerio que dirige Teresa Parodi. Es justamente desde aquella cartera, y otros espacios políticos y sociales, que se está cocinando la sanción de la Ley Federal de las Culturas.

Otra de las protagonistas es Vanesa Siley, una compañera que conduce una experiencia sindical novedosa, luminosa, que nos permite pensar en el recambio generacional que creemos que hace falta meter en el ámbito gremial. Y casi cortados por el mismo filo, también hablan los compañeros gráficos del taller Campichuelo, en Caballito, que sobrevivieron a una privatización menemista, se organizaron como cooperativa, y hoy son la imprenta del pueblo.

También contamos con la valiosa y preciosa palabra del director del Centro Cultural de la Memoria, Eduardo Jozami, una crónica en carne viva del compañero Franco Lucatini que viajó a Cuba, y las fotos de un reportero gráfico que admiramos mucho: Patricio Haar.

Con todos ellos vamos a presentar el número en el bar del PJ de la Ciudad de Buenos Aires, el jueves 18 de junio.

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Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios