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Momento Viva Perón


El jueves pasado cuatro escritores y un editor nos juntamos en el célebre bar La Academia, en Callao y Corrientes, reducto de artistas, soñadores, almas en pena y otros asuntos. El motivo: vernos las caras ya que presentaremos, juntos, nuestros respectivos libros. La propuesta de la editorial Outsider es sencilla, y nada presumida. La banco. Nos sentaremos alrededor de una mesa ratona, las luces estarán bajas, y nos haremos un par de preguntas cruzadas, que sirvan de disparadores para que podamos charlar del modo más descontracturado posible frente a nuestros amigos, familiares y colegas, acerca de algunas de nuestras obsesiones o deseos como escritores, los temas que nos develan, las limitaciones que nos frustran, algo de nuestros cuentos y protagonistas, o qué métodos usamos para no tirar la toalla cuando nos bloqueamos y la página en blanco se adueña de nuestra existencia.

Mis colegas, que como yo han publicado uno o dos libros más, se llaman María, Yamila y Bruno. El es brasileño, de los morenos. Su portugués es fascinante, sus lentes le acrecientan el aspecto intelectual, y vino a Buenos Aires a estudiar en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. No hablamos de fútbol, pero sí de César Aira, por ejemplo. Ellas mucho no se parecen. Una es morocha, de rasgos andinos, viste tonos oscuros, y la otra es rubia, y de rasgos europeos. La primera un día largó todo y se puso a pasear perros para desprenderse de obligaciones odiosas, y contar con más tiempo para dibujar y escribir. La otra estudió Letras en la UBA. Contó que allí aprendió a leer, y que de ningún modo se bloqueó para escribir. Ejerce el periodismo.

Yo conté que tenía un hijo de once años, que trabajo en prensa y comunicación en una cartera del poder ejecutivo, y que milito en La Cámpora. El editor, Francisco, usa el pelo largo, y es un apasionado escritor de cuentos que un día se decidió a armar una editorial, que publica en formato digital. Uno más en la mesa. Hablaba con pausa, y sus palabras llegaban con la calma de un susurro. La hora va a pasar sin que se den cuenta, nos contuvo. Así, charlando como ahora, ya dimos dos presentaciones, reforzó.

Cuando nos sacamos la foto, María hizo la V y dijo Viva Perón. Fue un momento revelador. Un momento Viva Perón. En el fondo del local unos pibes jugaban al pool, y en un plasma que estaba silenciado, Cristina ofrecía números de su gestión a través de una cadena nacional.

Sólo resta que llegue el jueves, entonces. Mi libro se llama El enseyado, y contiene diez cuentos. El punto de encuentro es un espacio exquisito, dicen, llamado Brandon, en Villa Crespo, CABA.

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Manu y Santino Dios

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