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el orador

la voz del orador
está cargada de bronca y de hastío
las ondulaciones del timbre de su voz
van de los medios a los graves
al igual que sus palabras
que también son graves
porque denuncian vejámenes
e injusticias
que duelen
como una patada en la boca
como si te desgarraran la piel;
la voz del orador
expresa un sentimiento de desesperación
porque pareciera que no hay escapatoria
a tanto desparpajo y omnilpotencia;
la voz del orador
se confunde con la turba de bombos
que sacuden el frío helado de la tarde
aunque haya termo para el mate
y unas tortas fritas;
la voz del orador
es nuestra voz
porque los vejámenes cometidos
por los mierdas
más temprano que tarde
nos desorganizan la vida
a todos;
la voz del orador
tiene arraigadas sus raíces
en las tantas luchas
que hubo acá en la plaza
por hombres y mujeres
como nosotros
por un pueblo
que nunca se arrodilló
a pesar de todo.

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Pase lo que pase


El nutrido grupo de militantes le da vueltas a la pirámide, encabezados por una bandera azul que tiene pintada la flamante consigna de este año: 41 años pariendo memoria y futuro. Algunos manifestantes portan en lo alto banderas de mano, también azules y con el pañuelo blanco. Otros agitan los brazos en el aire, se llenan la boca de consignas en contra del gobierno de Macri. La Plaza de Mayo, hacia los cuatros costados, está en obra. Cercada por paneles de metal, pintados de amarillo. Decenas -un centenar, quizá- de obreros con mamelucos naranjas, trabajan en los alrededores de la Pirámide. Todo está patas para arriba. La tierra, las baldozas, las fuentes, los canteros. No hay circulación de gente. Solo están ellas y quienes las acompañamos. Sus dos gacebos, el equipo de sonido, la camioneta, la muestra de fotos y afiches, que forma parte del frondoso y valiosísimo archivo de la Asociación. En un rato, cuando comience el acto, algunos de los obreros –muchos de ellos paraguayos- posarán sus manos resecas sobre el alambre de alguna de las vallas amarillas que inundan la Plaza, y fumarán un cigarrillo, o tomarán un mate, con la atención puesta en el acto, a las palabras que las viejas del pañuelo blanco comparten desde sus sillas, de cara a la gente que las aplaude y vitorea. Quizá un obrero le pregunte a otro si sabe hace cuántos tiempo hacen las rondas. Es probable que no tengan el número exacto. Hasta quizá uno se toque el caso amarillo, en un claro gesto de duda. 2090 rondas se cumplen hoy, les podría contar algún testigo involuntario -o no- de la escena. “Desde el 30 de abril de 1977 hasta hoy, 3 de mayo de 2018”. 

Hebe resalta frente al micrófono que no se quedaron en casa ni en los peores momentos, cuando los Astíz secuestraron a la entonces referente de la Asociación, Acuzena Villaflor. Mucho menos lo van a hacer ahora, cuando hay tanto para disputar. Contó algunas anécdotas. Siempre con los lentes de armazón colorado, puestos, la espalda rígida, el tono severo. Rememoró la vez que las Madres decidieron socializar su maternidad y asumir que todos los desparecidos, los 30 mil, eran sus hijos. Fustigó a todos los gobiernos democráticos, salvo a Néstor y Cristina, nuestros próceres. Y llamó a que nuestros diputados y senadores abandonen el Congreso para ir a los barrios, a tenderle una mano a los más necesitados, ya que Macri lo dijo bien clarito, como buen patrón de estancia: vetará las leyes que no le gusten o convengan.

Antes que ella, Carlos Polimeni leyó tres poemas, con el registro, las pausas y hasta los gestos que requería cada palabra escrita por los autores populares, comprometidos con su tierra y con su tiempo. Uno del español Gabriel Celaya, otro del chileno Pablo Neruda y el tercero de Armando Tejada Gómez. Sus palabras son nuestras palabras, dijo el hombre de la radio, por eso las citamos. El sol comenzaba a caer detrás de las casas matrices de los bancos de la zona, los mismos que por estas horas recibieron la visita de cientos de clientes, atemorizados por la última corrida bancaria. Los mismos que votaron a Macri, los señaló el estatal “Tano” Catalano, en un pasaje de su encendido discurso. Se trata de uno de los emergentes de la resistencia al modelo de saqueo de Cambiemos. Llamó a la desobediencia civil frente a los tarifazos y también a ganar las calles junto a los que no están dispuestos a arrodillarse ante la prepotencia y el cinismo de Cambiemos. Nos quedaron rojas las manos de tanto aplaudir, y los ojos humedecidos por la mezcla de emoción e indignación.

Los obreros de mameluco naranja ya no estaban con la ñata contra el alambre cuando terminó el acto. Ya estaban desparramados por la parte delantera de la plaza, frente al Cabildo. Es probable que se hayan quedado con alguna de las definiciones de Hebe. Estamos mucho peor que hace dos años. Hay que luchar. O nosotras lo hacemos hace 41 años, agarren la posta ustedes. O puede que estén hablando de sus cosas, entre puchos y sonrisas, y hasta alguna lata de cerveza entre las ropas. Pero una certeza tienen seguro: las madre de la plaza de mayo hacen su ronda y acto todos los jueves, pase lo que pase.

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Manu y Santino Dios

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