Buscar dentro de HermanosDios

Llorar a Néstor

Néstor lee el poema de Joaquín Areta y dice: "Quisiera que me recuerden sin llorar ni lamentarme". Néstor lee un texto de un poeta desaparecido y aparece con él, aparecen todos en la calle, en la puerta de un tribunal. Néstor también está en Comodoro Py y nos abraza. Y nos dice: "no lloren, son días de fiesta popular, de sueños realizados, de conquistas esforzadas". Nos hace una broma, quiere que nos riamos. Y nos tapamos la cara pero estamos llorando. Néstor, nosotros te recordamos llorando porque somos libres y vos nos ayudaste a ser más libres. Tenemos que llorar porque nuestros desaparecidos están en nuestras almas y para encontrarnos con ellos después de tamaña justicia (que vos impulsaste) tenemos que llorar. No elegimos llorar, no lo podemos contener, Néstor. Te juro que voy a intentar no llorar y voy a reírme mucho, como vos lo hacías siempre. Te morfaste a varios pesados y siempre nos ofrecías una sonrisa. Nosotros vamos a seguir por ahí, cada uno su parte. Nosotros sabemos, con vos, que cada uno en su lugar aporta a la construcción política que tanto soñaste. Somos hijos de los 30.000 desparecidos pero también somos hijos de ustedes, Néstor. Y el aniversario de tu muerte y el triunfazo de Cristina y las condenas a los genocidas de la Esma son todos pétalos de una misma flor. Vamos a llorar un rato, Néstor. Y vamos a seguir.

Leer más...

El amor de los convencidos



mi hermano iluminó, acá, con precisión histórica
una ya no tan reciente noche destituyente argentina
cuando los depredadores golpearon cacerolas
embobados con la ofensiva
de los dueños de la tierra y los medios de comunicación
que arremetían contra una visagra distributiva
de un gobierno popular que ya enjuiciaba genocidas
abrazaba a madres y abuelas
fraternizaba con los mandatarios latinoamericanos
dejaba de lamer las botas del fondo monetario
invertía en educación, salud y obra pública
apostaba a la industria nacional
y recuperaba las paritarias.

esa noche, entonces, volvimos a atrincherarnos
en la plaza de la resistencia
pero esta vez, ya lo habíamos asumido
para defender a un gobierno nacional.

gran parte de la generación de nuestros padres
también había intentado edificar con sueños y hechos
a su manera, en su tiempo, y con sus propios líderes
una patria libre, justa y soberana
como lo estamos haciendo nosotros, ahora
haciéndole frente al desgarro y al desamparo
del genocidio argentino del setenta y seis, primero
y al hambre, desocupación, entrega y represión de los noventa, después
cuando vamos a los barrios o a las universidades
en la gestión o en la mesa familiar de los domingos
a seducir a los ignorantes y a los desconfiados
con la seguridad de sabernos justos
ya que nuestra más genuina ilusión
es comprometer el futuro de una argentina grande
inclusiva, por medio de los puentes
de un estado peronista que restituye derechos
dignificando a su pueblo
diseminando como los brazos de un rio
la monumental obra y legado
de los patriotas de nuestro tiempo
néstor y cristina.

parte de la legitimidad del cincuenta y cuatro por ciento
que a partir del veintitres de octubre
pasó a engrosar la fascinante y dramática historia política nacional
nos corresponde a nosotros
la juventud del bicentenario
porque sin otra pretensión que derrotar el odio
de los miserables con el amor de los convencidos
empujamos el carro de la política
único e irremplazable instrumento para transformar
de la realidad de la gente que
por fín
reventó las urnas de agradecimiento
confianza, sueños y esperanza
a pesar de los pronósticos de los usureros
que hace doscientos años
destruyen a favor de la patria injusta.

Leer más...

De la resistencia a la victoria


Era martes, me acuerdo bien. El día fijo del fútbol con los pibes. Mi hermano me pasaba a buscar, en general, por Blanco Encalada y Cramer. De ahí encarábamos para Caballito. Parado en esa esquina empecé a escuchar las cacerolas, una, otra y otra, eran cada vez más. Qué barrio de mierda. Que pedazos de hijos de puta. Que angustia. Llegó, al fin, mi hermano. Subí. Nos miramos incrédulos, llenos de preguntas. Encaramos por Cramer y las cacerolas seguían sonando. Paramos en un semáforo, una cacerola retumbaba en un balcón de un primer piso. Me asomé por la ventanilla y le grité: “¿Qué golpeas, por qué golpeas esa cacerola?”. El pibe, de unos treinta años, me miraba con una sonrisa maldita. Seguí gritándole: “¿La querés toda para vos, no? ¿La querés toda para vos, no? La querés toda!” El flaco asintió con la cabeza y dijo en voz alta para que se escuche bien: “Sí, la quiero toda para mi”.

Más tarde, en cortos y zapatillas de fútbol, llegamos a Perú y Avenida de Mayo y la situación era insólita: la plaza estaba ocupada por los angurrientos, por los accionistas de la desigualdad. Aguantamos los trapos ahí y fuimos avanzando de a poco para el lado de a Casa Rosada. Llegó D´ Elia con una decisión. Y se recuperó la plaza. Se sabía que si se perdía la Plaza de Mayo el costo sería muy alto. El gorilismo había mostrado los dientes y jugaba una carta audaz. Todavía no se entendía bien qué estaba pasando pero instintivamente sabíamos que la calle era nuestra. Comenzaba la resistencia.

Al poco tiempo y a base de kirchnerismo se recuperó terreno y se avanzó mucho más. La legitimidad se construye con tiempo y con política, no con la televisión. Ahora, a más de tres años y medio de esa noche de marzo de 2008 los votos van a reconfirmar a Cristina en el gobierno de manera contundente y con ella un proceso político transformador e igualador. Vamos a ir a la plaza, otra vez, a festejar.

Y no vamos a parar hasta terminar lo que Néstor y Cristina empezaron: alcanzar una patria solidaria, justa y soberana, sin privilegios, sin angurrientos. Aquel joven cacerolero deberá entender que tiene que repartir su riqueza, que si él gana dinero de manera desproporcional entonces hay muchos otros que están perdiendo en la misma proporción. Va a tener que entender que la democracia plena significa poner límites, que la libertad de mercado tiene sus límites en la igualdad del pueblo. Va a tener que entender y apuntar sus golpes para otro lado o será un infeliz toda su vida.

No vamos a parar porque lo sentimos intensamente, porque nos sale de las entrañas, porque ahora vamos a dormir un par de horas y nos vamos a levantar a fiscalizar y somos muchos: son pocas las mesas para esta militancia, porque los fiscales de otros partidos nos miran con envidia y al oído nos dicen que votan a Cristina pero que le ofrecieron buena guita para estar ahí. Vamos a bancar a Cristina en todas las resistencias que haya que resistir y vamos a profundizar en todas las profundidades.

Hoy será un día de fiesta popular porque aunque nos falta mucho (y por eso, repito, no vamos a parar) estamos caminando el sueño de nuestros patriotas y, fundamentalmente, el sueño de nuestros 30. 000 desaparecidos.

Leer más...

Un 17 de octubre dentro de la Ex ESMA



Mi 17 de octubre fue definitivamente intenso.

Arrancó, temprano, con el arribo a la Ex ESMA. No para hacer una nueva visita al Centro Clandestino de Detención y Exterminio que allí funcionó. No. Para trabajar, de ahora en más, en el edificio del Archivo Nacional de la Memoria, junto a otros diez compañeros, en un refaccionado y luminoso salón llamado “Rodolfo Walsh”.

La mudanza implica, en lo personal y en lo colectivo, asumir el mandato político de ocupar un predio en el que a través de la función pública se mantiene viva la memoria.

Al mediodía salí a dar una vuelta. Debajo del brazo me llevé “En cinco minutos levántate María”, de Pablo Ramos. Busqué un lugar para sentarme a leer las últimas veinte páginas de una historia narrada por una mujer que recorre su vida desde la oscuridad de su cama, antes de que amanezca. Recorrí un costado del predio, comí unas moras en el camino, me encontré con dos compañeros de otras épocas de militancia que trabajan en otro edificio, y después de algunos minutos, encontré el lugar que estaba buscando: una explanada de cemento de la parte de atrás del Conti. En medio del absoluto silencio que reinaba en ese rincón, me acordé de una foto de la previa del acto oficial que se hizo en el centro cultural para su inauguración: Néstor y Cristina ingresando junto a la primera plana del gobierno nacional, frescos, y enormes, haciendo historia. Rodeado de las hojas y ramas que habían caído de los frondosos árboles del lugar, ahora sí, la profundidad con la que escribe Ramos, acrecentada de manera angustiante por la pendiente narrativa del final ya no del libro sino de su trilogía –los primeros dos son “El origen de la tristeza” y “La ley de la ferocidad”-, me conectó con uno de los tópicos más transitados por la literatura: la muerte.


Fumé un cigarrillo, mientras intentaba coronar la preciosura del texto con algún pensamiento. Di la última pitada, y me levanté. Próximo destino: el Ecunhi, espacio en el que se había abierto un pequeño comedor.

En el camino, una mujer, a la distancia, frunció los ojos, se agachó levemente, e intentó descifrar si yo era yo. Me miraba con gestos dubitativos, hasta que pronunció mi nombre. Era yo, sí, pero yo no sabía quién era ella. De todas maneras fui a su encuentro, e incluso nos dimos un abrazo. Con honestidad le comenté que no la reconocía. Cuando me dijo su nombre, y el de su hija, entendí todo. Adiviné los rasgos de su hija en su propio rostro. Nos volvimos a abrazar, re afirmando que sí, que nos habíamos tenido cariño. Intercambiamos unas palabras obligadas, y no mucho más. El encuentro duró dos minutos, pero fueron tan intensas las miradas y tan drástica la aceleración del pulso sanguíneo, que cuando cada uno siguió su camino intuí que a ambos se nos empastó la boca con el nostálgico gusto de un pasado irrecuperable.

Más tarde fui testigo privilegiado del frenético trabajo de unas treinta personas de la Unidad del Bicentenario para el acto que unas horas más tarde encabezaría la Presidenta de la Nación, en el edificio Educ.ar (las señales Encuentro, Paka Paka y Tecnópolis TV), al fondo del predio, por los sesenta años de la televisión Pública. “Son los productores más importantes de la Argentina”, me confió un compañero del Ministerio de Educación. Un hormiguero a cielo abierto.

Más tarde, y desde una ventana del primer edificio del Archivo Nacional de la Memoria, con el sol de octubre sobre la frente, disfruté cada una de las entradas de de las organizaciones que enfilaban hacia el acto con flameadoras, bombos y trompetas. Los seguí con la mirada hasta que se perdían por las callecitas del predio, con la naturalidad de cualquier manifestación popular, y volví a enorgullecerme con la obra de Néstor, sus pelotas y su amor por la Patria.

Más tarde, ya dentro del salón principal del edificio de Educ.ar, entre decenas de compañeros, personalidades de la política, los medios y la cultura, la vi, sentada, junto a las suyas, todas en silencio, y ella, intimidante, con un gesto durísimo en la cara arrugada y bordeada por el pañuelo blanco. Me acerqué, y le dije si la podía abrazar. Y así fue: varios segundos sentí el corazón incansable de Hebe de Bonafini sobre mi pecho.

Más tarde, la Presidenta, vestida de negro como la noche que nos envolvía, condujo con la semblanza de los diferentes, un acto que arrancó con la primera imagen que emitió nuestra televisión hace sesenta años: un discurso de Evita, tan vital como su lucha por los derechos de los descamisados.

Volví a casa con los pies inflamados, y la sensación de haber vivido un 17 tan intenso como las horas que viviremos el próximo domingo, cuando hagamos historia, o dentro de 96 horas, cuando volvamos a llorar por él, nuestro padre, como leí por ahí hace un rato, en una red social.

Leer más...

Un año de Criminal Mambo



Hace un año se inauguraba este blog. Se eligió el día de la lealtad. Se decidió nacer el día del cumpleaños del pueblo argentino. Se propuso discutir un tema crítico. Criminal Mambo es una mirada nacional y popular de la seguridad. Feliz cumpeaños.

Leer más...

Termómetro social XIII (padre e hijo recorriendo Tecnópolis)



por pedido suyo
mi hijo y yo
recorrimos tecnópolis;

desde el mediodía
y hasta que bajó el sol
bajo un cielo cargado de agua que nunca cayó
la tarde entera
de la mano
disfrutando de la suavidad y fragilidad de sus dedos
hicimos las colas de los domos blancos y dorados
junto al otro, el que no sale en televisión,
pero sí conforma el océano de almas asombradas y alegres
que una vez más gana el espacio público
y aplaudimos en la oscuridad cuando terminó la clase dentro de la carpa
le sacamos fotos a los fuerza bruta bailoteando en el aire sobre siam di tella
industria nacional
y pateamos los cantos rodado de las callecitas
de un pueblo bicentenario
que escribía
delante de nuestros ojos
con trazos fosforescentes
los continentes aire, fuego, tierra e imaginación
condensando, para él, el presente en el futuro
y para mi, su padre,
un pasado sombrío y cruel
que a cada minuto se convierte en conquistas invaluables;

tecnolopolis no está bueno, papá: está genial, me confió
saltando en el lugar,
con las rodillas mugrientas
rebotando de alegría
cuando nos subimos a un montículo de tierra
desde la que se apreciaba
a la distancia
como en un cuento
la polis conurbana y multicolor
en la que nos habíamos perdido
hacía un rato nomás
de la mano
padre e hijo
argentinos
latinoamericanos
y parte del sesenta por ciento que celebra con emoción
el modelo productivo con inclusión social.

Leer más...

KRANEAR: el número TRES ya ganó la calle


(lo primero es lo primero: tenemos sitio en internet: www.kranear.com.ar)

Después de haberla presentado con bombos y platillos en el IV Congreso Iberoamericano de Cultura que se hizo en Mar del Plata (*), ahora sí, el número 3 de KRANEAR está en algunos puntos de venta de la ciudad.

En esta edición entregamos el último tercio del álbum-poster con los luchadores latinoamericanos de todos los tiempos. Un verdadero lujo para grandes y chicos, a todo color, y de más de un metro de largo que, tal cual pusimos en la bajada de la contratapa del primer número, se puede colgar en la puerta del placard o en la pared del local que tenemos junto a los compañeros y compañeras, hinchados de orgullo, porque de a poco se va poblando con las ilustraciones de los grandísimos patriotas que tuvo nuestro continente (con las cuatro de éste número ya son doce las figuritas). Ahora, posa para nosotros, con los brazos cruzados y un gesto implacable en la cara, Francisco Solano López Carrillo, presidente del Paraguay durante 1862 y 1870, que puso a su patria entre las más prósperas de la época, y que estuvo al frente de las fuerzas armadas paraguayas para enfrentar a la Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay) que le declaraba la guerra.

El sumario no tiene desperdicio y tiene un grosor quizás algo excesivo: 120 páginas. Un texto de los amigos de la revista THC en el que nos cuentan la génesis y el recorrido del movimiento cannabico en la Argentina; un texto que ofrece un revisionismo histórico con todos los nombres que componen el pensamiento nacional y popular; otro que ensaya sobre la des-extranjerización de la economía; un relato sobre el trabajo que realiza el equipo de profesionales que está al frente del Programa Nacional Mapa Educativo del Ministerio de Educación de la Nación; un repaso sobre la experiencia revolucionaria, en términos políticos y comunicaciones del diario Noticias de la organización Montoneros; la sección sobre Gastronomía Latinoamericana; un relato inédito del escritor Pablo Ramos para la sección Literatura Nacional, y otros textos.

A disfrutar, entonces, del número que hasta ahora mejor sintetiza el espíritu de una revista que de a poco, y a puro corazón militante, va conquistando seguidores.

(*) Con el kirchnerismo todo llega, dice mi hermano. Alcanza con levantar la vista unos centímetros del suelo para ver que las mejoras están ahí, al alcance de la mano, como un panadero que flota en el aire. Es tan intensa y vertiginosa la transformación que estamos viviendo en la Argentina que entre los que militamos en política, cada tanto, nos recordamos que hay que hacer una pausa, sentarse bajo la sombra de un árbol, y disfrutar y celebrar las conquistas, porque son únicas, irrepetibles, y tienen serias chances de trascender nuestra época para impactar, positivamente, en la vida de nuestros hijos.



Y un día llegó el primer reconocimiento institucional para KRANEAR, de la mano de la Secretaría de Cultura de la Nación. La propuesta nos la hizo una conocida en un cumpleaños, una noche cualquiera. Dijimos que sí, claro. Apuramos los últimos detalles de diseño, junto a nuestra diseñadora, Silvina, negociamos los siempre tensos tiempos de la imprenta, y con las revistas todavía calientes dentro del baúl, un día de semana, nos perdimos en la autovía 2 junto a una parejita de venezolanos que estudian una maestría en la Universidad Nacional de Lanus, bancados por el gobierno bolivariano de Chavez.

Durante tres días y noches paramos en Hotel Provincial, un edificio monumental, restaurado estos años, en el corazón del balneario más popular de las playas argentinas. Con todo pago, y con la tarjeta a color del evento colgada de nuestros cuellos, participamos de un Congreso al que asistieron a exponer sobre “Cultura, Política y Participación Popular” figuras públicas y funcionarios de todo el continente. Aprovechamos, por supuesto, y como lo hicieron las doscientas personas que operaron durante todo el fin de semana a favor de sus intereses, para instalar nuestra criatura, tejer relaciones, hacer migas con muchos colegas argentinos y latinoamericanos que también tuvieron la suerte de dormir en una habitación con vista al mar, desayunar licuados y frutas secas, y escuchar en los distintos paneles a los hombres y a las mujeres de nuestra Patria Grande que tenían algo para contar. En el plano íntimo, compartir larguísimas charlas con mi compañero de ruta, el director de la revista, Lalo Recanatini, tan apasionado por la política y la comunicación, como por los colores de Gimnasia y Esgrima de la Plata y la radio portátil que mete en el bolso cada vez que viaja, no tuvo ni una pisca de desperdicio.

Leer más...

Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios