Estuvimos 15 noches en Cuba pero un viaje de estas características dura por lo menos un año. Como un casamiento, se planea con tiempo y la acción de planificar ya es disfrutar. Los pasajes, el pasaporte al día, las búsquedas en internet, las conversaciones con gente que ya anduvo por ahí, el itinerario, la ilusión, la ansiedad, la alegría, el sueño. Y sobre todo la compañía. Un viaje es un lugar de encuentro con el compañero de viaje. En nuestro caso, con Juli decidimos hacer este viaje juntos y sin duda fue una decisión tan grandiosa como la dignidad de los cubanos.
Después transcurren los días del viaje, donde el tiempo se detiene, la rutina se apaga, el estomago se acomoda y las piernas van más rápido que los planes.
Todo se vive intensamente pero, en mi caso, el resultado de eso no está ahí, esta ahora, acá. Se cerró la canilla y la bañadera está llena: Hay que bañarse antes que se enfríe el agua. Hay que escribir.
Como un casamiento, los efectos persisten. En el matrimonio, no tengo aquí que explicarlo. En un viaje, con preguntas y respuestas, con recuerdos, emociones y con escritura, que es la síntesis de todo eso. No pude en Cuba escribir un diario. Tampoco lo intenté demasiado. Mi mano derecha estaba paralizada para la birome. Ahora que llegué a Buenos Aires no quiero hacer otra cosa que escribir sobre Cuba, y todo lo que ello contuvo, contiene y contendrá.
Espero poder invadir este blog de eso, como ya empezó mi hermano, escribir de esta experiencia, histórica como cualquier casamiento.
2 comentarios:
Que un rayo los parta si detienen los relatos, permiten viajar con ustedes. Quiero seguir viajando
Te queres casar?
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