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Día de la Militancia

Hoy me invitaron a compartir el día de la militancia los compañeros de la Martin Fierro, en un local que tienen en la esquina de Campichuelo y el glorioso Jauretche. Se valieron de este día para recordar también al primer desaparecido peronista de la historia Argentina: Vallese.

A mi padre,
asesinado por la dictadura militar hace 33 años y dos días
en la ciudad de Buenos Aires,
un militante de sangre y fuego.


Felipe Vallese fue secuestrado por la policía de la provincia de Buenos Aires en la ciudad de Buenos Aires en 1962. Fue la primera señal de lo que venía después. Fue el primer gesto perverso, entonces excepcional, de lo que sería una modalidad habitual en la dictadura militar: perseguir militantes peronistas y desaparecerlos.

Pero me voy a detener en un solo aspecto de todo eso. En la policía. Y desde la policía a la política de seguridad. La policía que secuestró y desapareció a Felipe Vallese sigue viva en importantes sectores de las fuerzas de seguridad. Siguen con esa misma doctrina en la provincia de Buenos Aires cuando quieren imponer el nuevo código contravencional, sigue viva en la Federal cuando reprimen a los pibes que van a ver a Viejas Locas y sigue viva en la Policía Metropolitana de Macri cuando espía a sus enemigos políticos.

Y este es un aspecto que no podemos nunca descuidar en nuestra militancia. ¿Cómo está conformada una fuerza de seguridad? ¿Qué objetivos tiene? ¿Cuáles son los pesos y contrapesos de la política que inducen su actuación?

Los gobiernos de Néstor y Cristina demostraron que con poder y control político se puede dirigir una fuerza de seguridad. Si bien con muchas carencias y deudas, al menos tomaron una decisión de oro: las grandes manifestaciones no se reprimen. Eso es una conquista. Que no debería ser tal en un estado de derecho, en una democracia, porque justamente es un derecho que debería ser siempre garantizado. Pero con los antecedentes que tiene la policía de este país y más aun con los antecedentes de los gobiernos, inclusive democráticos, que usaron la policía siempre para el control social y no para el control del delito, la orden de no reprimir manifestaciones es una conquista.

Pero falta muchísimo. En nuestro trabajo y en nuestra militancia somos testigos de que la policía federal sigue torturando y matando pibes, casi siempre, obvio, en las villas, por portación de cara, por tenerlos marcados o por lo que sea. Hay que denunciarlos, hay que comprometerse, hay que seguir las causas. Hay que militarlos: tener una agenda y una estrategia militante en este aspecto.


En la provincia, con la excusa de la inseguridad, otra vez nos quieren hacer creer que la seguridad es un problema de alcoholismo, de gente que tiene la cara tapada, o de la gente que camina sin rumbo por la calle. La inseguridad real está organizada y para su resolución se tiene que laburar muho. Y ocurren dos cosas: o la policía está metida en el negocio del delito (en la mayoría de los casos) o la policía no tiene la capacidad suficiente para combatir esas organizaciones delictivas. Y en este último caso o la policía se suma a ellas o apuntan para otro lado para decir que algo están haciendo: persiguen pobres y militantes sociales, que es su actividad genética.

En la ciudad, finalmente, la policía de Macri, es tan burda que no merece muchas interpretaciones. Sólo rechazo. Es muy claro su objetivo político, el de siempre, el del policía tradicional: perseguir militantes, trabajadores informales y espiar a enemigos políticos y familiares. ¿Y el problema del delito? Eso que dicen que iban a combatir. No parece preocuparles mucho el delito. Lo que les preocupa es que no le pongamos piedras en el camino en este proyecto de ciudad para pocos, ricos y pocos. Quieren la UCEP y una policía espía. No parece que realmente les preocupe la inseguridad.

Pero se olvidan de la política, la subestiman. Y la militancia puede festejar en este día la destitución de Chamorro y la detención de Palacios. No porque sea una consecuencia directa de la militancia pero sí porque la militancia de la Ciudad supo aportar su cuota.

Macri puso en su agenda de campaña el tema de la inseguridad pero no hizo nada concreto para combatir el delito. La inseguridad no se resuelve sólo con policía y el Gobierno de la Ciudad tuvo y tiene muchas herramientas para combatirlo sin usar la policía, y no lo hizo. Esto demuestra que no era el delito lo que le preocupaba sino sencillamente conservar la estigmatización de la tradición policial y perseguir al otro molesto para su proyecto político. Macri es la expresión más burda de quien parece querer la fuerza pública para reprimir ideas y proyectos, y así poder sostener sus intereses económicos y el de sus amigos. Saludamos su inoperancia y su inexperiencia pero estamos muy atentos a sus objetivos políticos.


Con todo, el campo nacional y popular se debe una decisión en políticas de seguridad. Acostumbrados a resistir en la resistencia (y vale la redundancia) sabemos que los ratis son todos putos, conocemos los abogados para sacar a los pibes de la cárcel, tenemos estrategias judiciales y amigos periodistas para denunciarlo. Pero este campo nacional y popular y especialmente mi generación, la generación de los hijos de la dictadura, se debe una militancia que aspire a construir una política de seguridad: sabemos cómo repartir la riqueza, cómo paliar la pobreza, cómo defender a los trabajadores ante los empresarios, cómo planear un programa de educación y cómo tener una agenda cultural, pero no sabemos cómo gobernar la seguridad. La militancia debe dar ese salto en calidad y ponerse como objetivo disputar ese rol, con un discurso, con una técnica y con especialistas que puedan ocupar un gobierno de la seguridad.

Con eso, definitivamente podremos salir de la incompleta consigna: más inclusión, menos delincuencia; y discutir a fondo el tema. El problema del delito es mucho más complejo que paliar la pobreza, ese es sólo uno de los capítulos.

Y con ese laburo militante entonces discutir nosotros también la seguridad. Y conquistar el relato para no comernos más el discurso único de la inseguridad que es el mismo que en los 60 ponía en el otro peligroso a los compañeros como Felipe Vallese, en los 70 a los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos, después a la juventud rockera y siempre a los pobres.

Feliz día y viva Perón.

1 comentario:

Vir dijo...

La militancia es trabajar para hacer que las cosas sean de otra manera, es tener una causa, una pasión. Juntarse con otros, pensar,organizar, realizar.
Es combatir lo que nos daña
Todorov"dice "Al mal no se lo derrota, se lo combate".
El mal como concepto existe, existió y existirá, la inseguridad también, se la combate con politicas.El desafio es ir encontrando,fabricando ideas, recreando...
Viva Peron y abajo Macri

Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios