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Estado, organización y lucha


Somos parte de una generación que durante los últimos seis, siete, ocho años (la falta que hacen, cuánto los extrañamos, carajo) valoró, defendió y puso la cabeza y el corazón para trabajar en la gestión del Estado nacional, y ponerlo al servicio de las necesidades del pueblo y los intereses de la Nación. Así, en esos términos. Quién hubiera pensado que nosotros, que en la adolescencia puteamos a esa entelequia llamada Estado hasta quedarnos afónicos, le tiramos cascotes y hasta alguna molotov mientras sus guardianes nos reprimían en los recitales, en la cancha, en el barrio y en las marchas, mientras el país se incendiaba y los genocidas caminaban sueltos por la calle, algunos años después citaríamos a un ministro de Economía -parecido a nosotros en muchos sentidos- en una red social, una pared, o en una revista impresa, al exclamar que el Estado nacional es la herramienta más poderosa con la que contamos para transformar la realidad. Ese mismo Estado que nos hambreaba y reprimía ahora sabíamos que podía jugar a nuestro favor y del país. Qué pasó en el medio. Nos gobernaron hombres y mujeres que no solo irrumpieron en la vida política del país flameando las mismas banderas que nosotros y nuestros padres, sino que las llevaron a la victoria, desde la mismísima Casa Rosada, que pasó a ser nuestra, de todos y todas.

Pero de repente, sin que estuviésemos preparados, el desasosiego volvió a apoderarse de nosotros. Los impresentables se apropiaron del Estado, echaron a miles de trabajadores y desmantelaron políticas públicas vitales. Estamos golpeados pero también llenos de resentimiento, porque el nuevo gobierno no solo está avanzando de modo brutal contra el pueblo, sino que a nosotros, como generación política, nos persiguen por haber engrosado y por habernos enfiestado en el proyecto político que pateó el tablero a favor de las mayorías y en detrimento de los sectores que siempre ejercieron en nuestro país una hegemonía económica, política y cultural. Somos millones los que defendemos un ideario que entre sus prioridades explicita que apostamos a un Estado presente, inclusivo y regulador de las inequidades implícitas del mercado.

Por eso en el nuevo número de la revista Kranear, junto a Rocío Bilbao y Celeste Abrevaya decidimos poner blanco sobre negro en relación al rol del Estado. Cuando está a cargo de un proyecto político popular o en manos de un grupo de gerentes crueles, omnipotentes e inescrupulosos. Nos ocupamos del tema en las ochenta páginas de la nueva edición, que en su tapa tiene una ilustración de Andy Riva, y en el que opinan y escriben, entre otros, Axel Kicillof, Alfredo Zaiat, Juan Carlos Junio, Roberto Baschetti y Daniel Catalano, de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). 






Justamente, fue junto al joven y combativo secretario general de los estatales y el comunero por el Frente para la Victoria, Osvaldo Balossi, que presentamos la revista frente a un gran número de compañeros, amigos, familia y vecinos del barrio de Caballito. Organización y lucha fueron los ejes más importantes de las intervenciones y el posterior intercambio de palabras con algunos de los invitados, por medio del micrófono. Siempre atravesados por un desagradable sentimiento colectivo de angustia y resentimiento del que hablábamos más arriba. 






Por suerte, los que hacemos la revista, también pensamos en una faceta artística para la presentación. Sucedió de un plumazo en el sorprendente sótano de la unidad básica. Allí habíamos montado una muestra de fotos de las llamadas Plazas del Pueblo, en las que decenas de miles de compatriotas se vienen manifestando desde el 10 de diciembre de 2015. Fue allí que Ramiro Abrevaya tocó un par de canciones, a voz de cuello, y Sol Giles, en nombre de los Poetas Peronistas, leyó unos versos. Éramos veinticinco personas. En ronda. En silencio. Afiebrados a las palabras y a los sonidos. Con el estómago abierto a nuestros miedos y esperanzas, mientras los más chicos, vivos como una correntada de fresco, jugaban en el piso, ajenos a la insoportable nueva realidad.

1 comentario:

Norma Kisel dijo...

Desde las tripas,como siempre y más que siempre!

Manu y Santino Dios

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