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El Criadero es también Santiago Maldonado


Mi padre adoptivo y del corazón, Gustavo Abrevaya, presentó a finales de agosto la reedición de su novela policial más afilada y ganadora: El Criadero. Lo hizo como debe ser: hecho un nudo de nervios en los días previos y bastante distendido en el panel, durante la presentación, junto a sus colegas Hugo Correa Luna, Elsa Drucaroff y Ana María Shua, que a lo largo de más de una hora le dieron a la velada una densidad literaria digna de ser enmarcada. La familia y los amigos ocuparon todas las mesas del cálido bar palermitano “El Benny”, en el que la mayoría optó por el café pero también hubo algunos que aprovecharon para tomar cerveza.

La novela negra de Gustavo ganó el Primer Premio Concurso de Narrativa “José Boris Spivacow”, organizado por la entonces Secretaría de Cultura de la Nación, un par de meses antes de la rebelión popular del 20 de diciembre de 2001. El jurado estuvo compuesto por tres consagrados: Pablo De Santis, Liliana Heker y Héctor Tizón, y fue publicada por la Cámara Argentina del Libro en abril de 2003, solo unos días antes del comienzo del gobierno de Néstor Kirchner. La nueva edición del texto, a cargo del sello Revolver, y que solo incluye un puñado de alteraciones menores, fue publicada en julio de 2017. Cuando se imprimió la primera edición, la impunidad sobre los crímenes del terrorismo de Estado regía de modo pleno en la Argentina. Ahora el horror de la desaparición forzada vuelve a emerger de la mano de la prepotencia de la Alianza Cambiemos, con el caso de Santiago Maldonado. Esa dolorosa e indignante coincidencia atravesó por completo el espíritu colectivo de la presentación.

Mi padre fue explícito desde el arranque de la actividad, al poner sobre la mesa una imagen del rostro barbudo del artesano, y la exigencia -hecha consigna- de que aparezca con vida. Tanto él como sus colegas abordaron el tema, durante sus intervenciones, porque viven con consternación el franco retroceso que estamos sufriendo en el país, y aparte porque el elemento central que atraviesa la trama de El Criadero es la desesperada búsqueda que sufre una chica al perder el rastro de su pareja, un director de cine, en un pueblo fantasmagórico y gobernado y habitado por fuerzas oscuras, cínicas y brutales, luego de caer allí para pedir ayuda por el desperfecto mecánico del auto en el que viajaban.

Correa Luna ya había presentado la novela en 2003. Fue el tutor del texto. Gustavo lo considera su maestro. Explicó que la lectura que había hecho por estos días difería de la que había realizado hace catorce años atrás. Dijo que hay dos tipos de ficción. La que entretiene y "la que que nos transforma y actúa sobre el mundo". La que te interpela en lo político, en lo social, en lo moral. “La novela de Abrevaya mantiene viva la memoria y la actualiza, porque hoy el gobierno protege una desaparición forzada y se defiende con cola de paja, y El Criadero asiste puntualmente a la cita para señalar una desaparición”, subrayó. “La novela de Abrevaya hoy es más que una metáfora, una acusación, un dedo que señala el mal de estos tiempos”.

Drucaroff afirmó que “el libro apuesta muy fuerte al suspenso y consigue algo que lo vi en muy pocas novelas, que es que hasta la última línea de la novela no sabemos cómo va a terminar”. Habló de la “estructura del lugar cerrado”, muy típica en la narrativa, a la que “en este caso llegan dos forasteros que rompen con un orden y de ese modo desencadenan el relato”. El recurso es muy utilizado en el género del terror, un paño con el que Gustavo goza desde que que era un estudiante de medicina y hacía sus primeras autopsias. Otro de los elementos que ponderó la escritora fue “la potencia en la construcción de lugar”, que en el caso de la novela tiene que ver con el misterioso pueblo ‘Los Hemules’, “consistente, con carnadura, ya que tiene historia, gentilicio, gobernador, cura y hasta sus mitos”.

Shua, por su parte, con un tono y una gestualidad aparentemente fríos, pero colmados de generosidad y sabiduría, alagó la prosa de Gustavo, como así también el manejo del suspenso y la densidad de sus personajes. Como buena presentadora, llamó a los presentes a comprar el libro.

Por entre las mesas del bar correteban los dos nietos más chicos de Gustavo. Fidel y Ela. Tres años cada uno. Para los adultos fue imposible amortiguar sus risas, voces y gritos, que contrastaban de modo incisivo con el clima de parsimonia y reflexión de de la presentación de una novela. Es más: los nenes acentuaban su actitud al ver que los grandes posaban su atención sobre ellos. Sus padres estaban ocupados. Una filmaba y el otro sacaba fotos. Entonces fue la abuela la que intentó contenerlos, aunque sea un rato, mientras se secaba las lágrimas de las mejillas, producto de la emoción que le generaba las palabras de su compañero de toda la vida, arriba del pequeño escenario.

El policial de Gustavo es una novela negra clásica porque trabaja con arquetipos literarios universales como la condición humana, el amor, la crueldad y el poder, pero tiene la particularidad de trabajar con una de las figuras que constituyen la identidad del pueblo argentino: los desaparecidos. De eso no podría hablar Stephen King, por citar a alguien. “Cuando terminé el texto y se lo envié a mi editor, me puse a llorar”, contó con la voz entrecortada. “Me emociono con las cosas que escribo y me angustia el destino que a veces le doy a mis personajes”, compartió.

Nos fuimos a casa cargados con el peso de un presente sombrío. Pero también, por lo menos en mi caso, con ganas de escribir. De seguir escribiendo. Fue muy motivador escuchar a cuatro grandes de la literatura. También confirmé una idea que empezó a macerar desde el momento que comencé a leer los cuentos y novelas de mi padre: su fuente inagotable de inspiración son las obsesiones, deseos y miedos relacionados con el fervor, los sueños y la grandeza de la juventud de los setenta, y el posterior horror del terrorismo de Estado. Por eso la dolorosa vigencia de la reedición de El Criadero. Por eso Santiago Maldonado.

1 comentario:

Gustavo Abrevaya dijo...

Si alguien conoce a fondo mi novela, ese sos vos. Gracias por esto

Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios