Mi papel de padre de alumno de escuela pública ya lleva algunos años: Manu ya está en quinto grado. En la escuela hay una situación, una escena, que me genera fuertes emociones: el coro del colegio cantando en los actos de fechas patrias. Desde la primera vez que los vi, cuando Manu empezó la primaria, que sufro la misma transformación en el cuerpo. Cuando la maestra de música abre los brazos y los levanta levemente, cuando esas voces niñas, esas voces niños, salen con compromiso y pasión, mi garganta se cierra y mis ojos se enrojecen. Me rasco la cabeza, muevo el cuello, no quiero llorar, no da. En estos cinco años, en todos los actos con coros, en todas las canciones, lo mismo. Y me obligo a distraerme, me avergüenza esa expresión emocional, intento pensar en otra cosa, miro el techo, las teclas del piano, a los padres conocidos (con esperanza de que ellos no me vean). Siempre es un repertorio del cancionero popular. Giego, Mercedes Sosa, Charly García, Victor Heredia, zamba y chacarera. Hay algo que se produce allí, movimientos en el estomago, una emoción inapelable y la vergüenza de las lagrimas. Es simplemente un grupo de chicas y chicos, vestidos todos con el guardapolvo blanco, parados en orden, cantando o tocando la flauta.
Es la escuela pública pasan estas cosas. Cada día, cada mes, cada año que pasa, me convenzo con alegría que tomamos la mejor decisión cuando elegimos que Manu vaya a una escuela pública. Porque esas emociones del acto no son únicamente porque Manu esté en ese colegio o porque hace un año que está en el coro -y a esa emoción se le sumó el orgullo-, la vibración se produce por algo más integral, más profundo, más colectivo. La visión del salón de actos (que también es comedor, que también es gimnasio) en el momento del canto es una mirada que reúne, que unifica, es una historia, un presente y un camino. No son todos iguales en los bancos ni en las gradas, son diferentes. Y a todos se les ofrece lo mismo: aprender, comer al mediodía, socializarse. En el momento del acto, en el momento del canto, no hay tendencias, ni cortes de pelo, ni zapatillas de marca, ni un precio en la cuota mensual. Todos cantan canciones populares que hablan de los que menos tienen, de los olvidados, de justicia social, de solidaridad. Es una síntesis. Ese momento es una síntesis.
Con Manu pertenecemos a una comunidad escolar. Sin concientizarlo todo el tiempo, pertenecemos a un proyecto de país que se pensó para garantizar el acceso de todos a los mismos derechos, con una marca profundizada en la actualidad orientada a respetar las diferencias. Eso pasa en la escuela pública. Y para pensarla se requiere ver lo particular (el gas, los pizarrones, las lamparitas) y ver lo general (el proyecto político que dice sostenerla).
La escuela pública no se sostiene con afiches en la calle diciendo que se defiende la escuela pública. No se protege a la escuela pública aplicando políticas represivas y discriminatorias contra los marginales. La defensa de la escuela pública forma parte un proyecto integral. Es falso decir que se defiende la escuela pública y al mismo tiempo echar a los pobres de la ciudad, no construir viviendas. No se defiende hablando en televisión y arreglando calles.
Se sostiene con una ideología, con una práctica, con un sentido de solidaridad, de vocación integradora. Se sostiene mejorando el salario y la calidad de los docentes. Se sostiene distribuyendo el ingreso. Igualando el acceso, valorando las diferencias. Todo eso debe hacer la política. Eso es la política. No otra cosa.
Y en los discursos más políticos de Néstor o Cristina me pasa lo mismo que con los actos escolares, la garganta endurecida, las lágrimas. Tienen la capacidad de producirme una mezcla de nostalgia y esperanza, una alegría contenida, impensada. Néstor y Cristina tienen un proyecto que es colectivo y que no depende únicamente de lo que hagan o dejen de hacer ellos en particular. El proyecto depende de todos nosotros. De nuestra práctica política, de nuestras acciones y de nuestras emociones.
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La Escuela de la Patria
Subido por
Riki Dios
on sábado, 23 de mayo de 2009
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