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Un hijo policía

A Juli
(no pudiste estar pero estuviste)



Vi que tenía los ojos cerrados y que la transpiración le mojaba la frente. Acabé adentro y me relajé.

- Seguí -me dijo.

- Ya está –le contesté-. Ya te dejé embarazada.

- Seguí, pelotudo- me gritó.

Teníamos que tener un hijo policía. Somos militantes y creemos en el hombre nuevo. Estábamos cansados de la Correpi, de las garantías constitucionales, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y del Programa contra la Impunidad.

Basta de controlarlos, vamos a gobernarlos, dijimos primero, hace muchos años. Después, reflexionamos y con algunos compañeros entendimos que no, que no alcanza con gobernarlos. No la miremos más desde afuera con el volante de facultades policiales de detención en la mano. Hay que intervenir, dijimos: Criemos policías.

Eso, mejor tengamos todos hijos policías y la Federal la cambiamos desde adentro, le ponemos Federico a nuestros hijos, y le metemos peronismo a la fuerza. Cientos de hijos peronistas y policías. La revolución interior, la revolución adentro del sistema, nada de Copérnico, nada de Kuhn: el mismo paradigma pero con los nuestros. Las patas en la fuente de la Bucetich. Cogemos el 17 de octubre para que nazca el primero de julio.

Nos tocaba a nosotros ser los primeros porque lo había definido la organización. Y somos orgánicos. Primero la organización, después los hombres.

Yo, sin embargo, me guardé una decisión que no discutí ni compartí con nadie, mucho menos con mi compañera. Estaba convencido, era algo conceptual, o mejor dicho: concebtual, con b de concebir.

Debíamos concebir un cana, un rati, un gorra, un cobani, y eso, esa especie, no debía nacer del placer, de la comunión, del encuentro o del goce. Un hijo poli no debía nacer de la verdad; el primer hijo poli peronista no podía nacer de la lealtad. Un vigilante nace del egoísmo, de la imposición de la fuerza, del autoritarismo. Aunque sea el primer poli de cuna peronista, concebido para el cambio, el nacimiento del nuevo policía tenía que tener sangre azul, para poder –desde adentro- generar el cambio. El amor es para los trabajadores sociales, el goce para los artistas y el compromiso para los médicos. El nuevo policía debía tener un destino marcado en su concepción, una contradicción, debía nacer del conflicto, del conflicto conciente.

Me corrí de encima de mi compañera con un movimiento brusco. Abrió los ojos y me puteó. Le pasé la remera para que se seque la frente y me pegó una piña en el estómago. Me levanté, le pasé la bombacha y antes de entrar al baño le dije:

- Para tener un hijo policía vos no tenés que acabar, negra.

2 comentarios:

Bruno dijo...

jajaaj, felicitaciones, que buen relato!

camilo j dijo...

vamos de putas y pinchemos los forros!!

Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios