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Miradas al Sur: Trabajar como guía en la Ex ESMA



Metimos una segunda nota en el diario Miradas al Sur. Fue ayer, domingo. Y tiene que ver con el laburo del equipo de guías en la Ex ESMA, hoy en manos del Estado.

La adjuntamos, entonces.


Despertar la Memoria

Sabrina es una de los nueve guías del Área de Visitas del Espacio de la Memoria, en la Ex ESMA. Tiene 28 años, usa el pelo corto, ondulado, y gesticula mucho con las manos cuando habla. “Estoy convencida del lugar que ocupo”, dice. Y: “el relato que expongo en una visita tiene que ver con mis propias convicciones”. Y: “lo sostendría de todas formas aunque no trabajase acá”. Fue de las primeras en sumarse al equipo, a principios del 2005. La mochila que carga sobre su espalda pesa mucho menos que al principio, pero confiesa que hace un mes que viene soñando con los nazis. Remarca que la primera experiencia de trabajo de guías en un Centro Clandestino de Detención la hicieron ellos. “Antes no había nada”.

El Espacio de la Memoria está abierto al público hace tres años y no fue pensado para un show del horror. El ex Casino de Oficiales, base operativa del grupo de tareas a cargo de la represión y lugar de reclusión de los detenidos-desaparecidos, fue declarado monumento histórico nacional y es el punto neurálgico de la visita. El sótano, los altillos, las marcas en las paredes, las ventanas, constituyen el testimonio material; y a lo largo de la visita sólo hay discretos carteles que junto con el aporte de los guías permiten conocer el funcionamiento que tuvo el centro clandestino.

Maria Prince es la jefa de Sabrina. Tiene 57 años, militó en los 70 y el padre de dos de sus hijas está desaparecido. Ingresó al Espacio para la Memoria en enero de 2008 y su función es co-coordinar el Área de Visitas. Prince le contó a Miradas al Sur que “la capacitación de los guías es un proceso permanente. La formación inicial consiste en varios encuentros con sobrevivientes, lectura y discusión de materiales, y visitas a otros sitios de memoria”.

Cuando el 24 de marzo de 2004 Néstor Kirchner anunció la creación del Espacio para la Memoria, se articuló un reclamo histórico de las organizaciones defensoras de los derechos humanos y de los sobrevivientes. La decisión política se sostuvo en el tiempo a pesar de las presiones permanentes de las Fuerzas Armadas y sus cómplices y de la demora en la entrega de la totalidad del predio, que finalmente se concretó en octubre de 2007.

Samanta Casareto fue otra de las primeras en sumarse al equipo de guías y trabajó hasta diciembre de 2007. “Entramos cuando no había nadie y los milicos se habían llevado desde las canillas y calderas hasta los palitos para el papel higiénico”. Wenceslao Guala también ingresó en esa época para cumplir tareas de seguridad: “Era un lugar partido al medio por una valla blanca que lo atravesaba geográfica y políticamente. De un lado lo que iba a ser el principio del Espacio para la Memoria y del otro lo que quedaba de la ESMA. Era contenido e historia por donde uno mirara”.

Samanta recuerda el día que los sobrevivientes se encontraron con los H.I.J.O.S. en la ex ESMA. “Las voces de los sobrevivientes sonaban en el vacío del sótano y todo era energía. No había dolor, había esperanza. Eran dos generaciones que se unían en el relato, en un relato de lucha”. Wenceslao habla de la noche en la Ex ESMA: “Cuando caminábamos de noche por detrás del casino creíamos que escuchábamos ruidos, gritos, movimientos. Nada de eso era real, sólo sugestión. Era memoria, quizás”. Y remata: “En esos momentos sentíamos que estábamos cumpliendo una función política histórica. Íbamos a ser protectores de la memoria”.

Trabajar dentro de la ex ESMA, uno imagina, no debe ser nada sencillo. Y Sabrina se ocupa de confirmarlo. Los fines de semana, acodada en la barra de una fiesta, o bailando entre amigas con un fernet en la mano, no le dan ganas de contarle a un recién llegado, dónde trabaja. “Porque la reacción del otro es impredecible”. “Si es del palo”, dice, “no hay que aclarar absolutamente nada; te enaltecen tu aporte, te felicitan, quieren que les cuentes todo”. Uno días atrás ella estaba en un cumpleaños y un amigo le dijo que en el comedor había un facho diciendo barbaridades. El hombre hablaba en voz alta: los bolivianos esto, los peruanos lo otro. “Corregime si miento”, le decía a ella, que había quedado pegada, “todos esos de la Plaza de Mayo que se fueron con 100.000 dólares a Paris”, vociferaba el tipo. “Decile dónde laburas”, le propuso su amigo, quizá, esperando una confrontación que le pusiese picante al cumpleaños. No, gracias. “Por nuestra salud mental, aprendimos que hay que saber cortar cuando estamos afuera”.

Para que el relato no se mecanice, y también para resguardar a los guías, cada uno de ellos no hace más de dos visitas por semana. Un guía de carne y hueso no es lo mismo que una grabación en unos auriculares en los oídos del visitante. El visitante forma parte de la construcción del relato. María Prince y Sabrina coinciden en que la construcción del relato varió a lo largo del tiempo y que muta razonablemente de visita en visita. La idea es involucrar al visitante, interpelarlo, y hacer que participe, pregunte y debata. Durante las visitas, los guías aportan información sobre los juicios a los ex represores que se llevan adelante por estos días. Sabrina cuenta una anécdota con aire de victoria: “fuimos a una audiencia la semana pasada y en la hilera de asientos de abajo estaba sentada una señora que dos días antes había participado de una visita. Vine por la charla, dijo la señora, me despertaron la memoria”.

Durante el año 2009 recorrieron la ex ESMA unas 7100 personas: escuelas, universidades, visitas protocolares, organizaciones políticas y sociales, y hasta planteles de fútbol. De centro de formación contrarrevolucionaria para militares de todo el continente, el Espacio se ha convertido, además, en la sede del mayor archivo destinado a la preservación, investigación y difusión de documentos sobre los crímenes cometidos por el Estado Argentino en todo el siglo XX.

María Prince aclara que su tarea diaria no está teñida por la angustia, y que “de ser así, no lo haría”. Y regala una cita: “como diría Jauretche: nada grande se puede hacer con la tristeza”.

¿Miedos? No. Samanta dice que el temor venía por el lado de no poder construir un relato que pudiera dar dimensión real al Terrorismo de Estado con el ejemplo de la ESMA. “Los que nos podían dar miedo de verdad ya se habían ido del edificio”.


3 comentarios:

tano dijo...

La crónica tiene mucha vida, muchachos. Felicitaciones.

Anónimo dijo...

Yo al facho lo hubiese re cagado a trompadas.

Una vez fui Josefina dijo...

Me encantaria participar espero este año la facu me lo permita!
Tengo que comunicarme con ustedes!!!
Me saco de ensima Civil y me comunico con Ricardo.
Me gustan las modificaciones que le hicieron a la pagina.

Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios