Nuestro abuelo (Ricardo Dios III) vivió sus últimos años en Catamarca. Abogado, profesor de historia, elegante, culto, nacionalista y peronista de Perón, lo convocaron en el año 1975 para trabajar en la intervención del Partido Justicialista de esa provincia del noroeste de nuestro país. A los pocos meses lo nombraron Fiscal de Estado y la gobernación le entregó una casa en San Fernando del Valle, la capital. Llegó el golpe de Estado en marzo de 1976, lo detuvieron por algunos días, y lo dejaron sin trabajo. En noviembre de ese mismo año el Ejército asesinó a nuestro padre (Ricardo Dios IV) en el barrio de Caballito de la Capital Federal. Su padre, en Catamarca, se enteró por un telegrama de sólo tres palabras: “Murió Chiví. Accidente”. Nuestro abuelo había logrado rearmarse en lo laboral, con un estudio jurídico, pero se desplomó en lo anímico, y falleció en el año 1981.
Su hija, María Martha, tenía entonces 15 años.
Muchos años antes, a principios de siglo, un grupo de ingenieros trazó los mapas de un emprendimiento faraónico: un ramal ferroviario que uniese las provincias del norte de nuestro país, a través de los cerros y las quebradas, para que un tren llegase hasta Chile y, atravesando el océano pacífico, los barcos trasladasen diversas materias primas nacionales al continente asiático.
Varios pensaron el proyecto pero el que lo quiso ponerlo en funcionamiento fue Juan Domingo Perón. Durante su primera presidencia, se construyeron seis túneles de distintas dimensiones debajo de la Sierra de Guayamba, la estribación lateral de las Sierras de Ancastide. Cuatrocientos metros de hormigonado, un millón y medio de kilogramos de hierro y cincuenta mil metros cúbicos de hormigón armado, hecho totalmente "a pala". Vigas y rieles. Miles de horas de trabajo-hombre. Se hizo una inauguración de un primer gran tramo en el año 1950 y a partir de ahí la historia deriva en distintas versiones acerca de las razones que truncaron el proyecto: que el tren descarriló en esa primera andada (los hombres, mujeres y niños de la Merced lograron levantar la formación con palas, picos y troncos, para que finalmente llegue hasta la boca del túnel mayor), que los túneles se inundaban, que la presión que ejercían los intereses económicos del puerto de Buenos Aires fueron determinantes.
Lo cierto es que la semana pasada pisamos uno de esos túneles (el Mayor, de dos kilómetros de distancia), con nuestros hijos y con María Martha, nuestra tía, y Lara, su hija de cuatro años.
Algunas historias familiares también se pueden contar como la construcción de aquellos túneles: un gran proyecto, mucha oscuridad, y algo a medio camino. El peronismo también tiene mucho de eso. Extensos y sombríos túneles con una luz blanca y tenue al final. Eso es el peronismo. Cada uno lo dibuja a su antojo, pero siempre la luz al final, la esperanza, la recuperación de derechos, la dignidad, la lealtad.
Nuestro abuelo se separó de nuestra abuela a principios de los años 60 para juntarse con otra mujer. En el año 1966 nació María Martha Dios.
A ella y a su familia fuimos a visitar. Y fuimos con nuestros hijos, que son los que después seguirán contando la historia. Dormimos en la casa de nuestro abuelo, la misma que le entregó la gobernación peronista. Su biblioteca está intacta, ordenada como él había decidido ordenarla. La recorrimos cien veces con nuestros ojos, tomamos notas, y con mucho cuidado sacamos algunos libros para hojearlos: Perón, Jauretche, Scalabrini Ortiz, Arregui. Ediciones originales, páginas rígidas y marrones, con polvo y olor a viejo. Literatura jurídica, de la mano de la obra completa de Kelsen. También filosofía del derecho y teoría del Estado. E historia: José María Rosa. Nacionalismo puro.
Ricardo Dios IV, nuestro viejo, militaba en Montoneros. Ricardo Dios III, nuestro abuelo, no, y muy lejos estaba de serlo y de compartir sus ideales. Sin embargo, los dos eran peronistas y, a su modo, entregaron sus deseos y pasiones a la política.
El túnel del tiempo de esta parte de la historia se hizo largo. Pero María Martha un día del año pasado tomó la decisión de construir un puente, entró a Facebook, y tecleó “Mariano Dios”. “Hola, Mariano, soy la media hermana de tu papá”. Le llevó mucho tiempo dar el paso, y se decidió recién el año pasado cuando vio en Página 12 el recordatorio que publicamos en Página 12 en memoria de nuestro padre, todos los años, el 15 de noviembre. Sabíamos de ella pero nunca habíamos avanzado en un encuentro. Ella sí, y nos vimos en enero en Buenos Aires. En ese encuentro nos comprometimos a viajar a Catamarca, para compartir nuestras vidas, repasar la historia en común, y tejer red.
Conocimos a su familia, su casa, sus perros, y los paisajes de una provincia preciosa. También la casa de nuestro abuelo, y una biblioteca más representativa que millones de fotos.
Y los túneles de Perón.
6 comentarios:
chicos, me emocionó el relato y esa forma tan autentica de recuperar la historia a través de la palabra , la palabra que se transmite de generación en generación, como un legado y un signo...de nuestros muertos vivos en nosotros, ....besaso!, jimena (hermana de mario, medio hermana de vuestra media hermana Maria)
Así se teje la historia, transmitiendo,construyendo relatos y cuando no los hay aparece el mito.
Que historia!!!!!
Que buen trabajo están haciendo con los hijos.
Siempre al fondo de un túnel se ve la luz.
gigante historia!!! muy emotiva!!
saludos
Gabi.
Che, ya me tienen cansado con hacerme lagrimear. Ahora que venga la magia de los túneles de Cappa y el tiki tiki. Es la etapa superior del peronismo.
Abrazo, gracias y muy bueno el programa!
Jimena, qué lindo eso de nuestros muertos vivos en nosotros. Tal cual (y por medio de la palabra, que es un soporte para recuperar historia y trazos de nuestra historia).
Los hijos, Vir, claro que sí. Ellos ya están tejiendo su propio relato (quiero escucharlo de sus propias bocas cuando sea viejo, y esté convaleciendo en una cama).
Gracias, Gabi.
Glasgow, no lo podemos evitar.El domingo River le gana 2 a 0 a Tigre, con goles de Buonannote, uno de zurda, allá, donde tejen las arañas.
Eso, los muertos vivos en nosotros.
Mientras existan los recuerdos, los relatos, éstos viajes, los reencuentros, nuestros muertos siguen vivos.
Publicar un comentario