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La Juventud Peronista del Bicentenario


Si hubiese que elegir una característica propia y bien definida de la juventud argentina, en el marco de un evento masivo, sin dudar diríamos “el agite”. Lo vivimos con el rock desde los trece años, a través del puente que tendieron Los Redondos; también en la popular alentando a River, o hace no tanto tiempo, en un recital de Resistencia Suburbana, el Dúo Coplanacu o en las argentinizadas tribunas del mundial de Sudáfrica. Una comunión de cuerpos transpirados, pegando ese salto colectivo y armonioso ante un acorde, bombo o consigna. En ése salto –en esos trapos, sombrillas, flameadoras, y hasta en esas bengalas- está la argentinidad al palo. El salto es auténtico, puro, y nace del nervio más íntimo.

“Peronismo Puro/Kirchnerismo al Palo”, decían las remeras de los pibes de la JP de la Provincia de Buenos Aires.

Los miles de pibes que reventaron el Luna llevaron ese salto a la política. Ese folklore que mixtura rock y fútbol –del que hablaron desconcertados los Stones, los Ramones y Megadeth, o los turistas que vienen a presenciar un súper clásico- llegó masivamente a la política. En esa síntesis, en esa adrenalina que sacude el cuerpo cuando se salta y se canta mirando hacia el cielo, está el éxito, el triunfo del acto del 14 de septiembre. Hubo autenticidad y entrega. Lágrimas y nudos en las gargantas. Una comunión de jóvenes peronistas libres y decididos, movilizados por la certeza de que se le está torciendo la muñeca a la historia.

Poco sabemos del cómo pero nos imaginamos el por qué de algunos detalles del acto. No sabemos cuánto de forzado tuvo la unidad previa a la concentración –adentro y afuera- pero sentimos cuánto de real puede tener esa misma –siempre invocada desde el campo nacional y popular- unidad, después del acto. No sabemos quién se pasó midiendo palabras, cantidad de militantes y trapos, pero sabemos que hay momentos de la historia que superan los planes y que picotean los perjuicios.

El acto lo abrió la Chilinga. Muchos los vimos en cualquiera de los últimos cinco o seis 24 de marzo, surcando el aire caliente de la avenida de Mayo, o en un recital, o en las escuelas que tienen diseminadas en capital y provincia, bancando distintas luchas, siempre justas. Son de nuestra generación. E intervienen la escena artística y cultural –y política- con los tambores. En el Luna dieron otro paso. Como muchos otros, la están viendo. El tren no pasa más de dos veces en la vida. “Es acá, muchachos, ¿qué duda cabe?”. Y decidieron jugar.

El acto de la juventud kirchnerista cristalizó un nuevo escenario. Desde el cimbronazo sufrido en el invierno del 2008, a la fecha, se ha crecido notablemente en cantidad de organización. Está a la vista. Diez mil pibes es un gran número. La política, la disputa de poder, el proyecto nacional inclusivo, interpeló a los distintos sectores juveniles. Se traduce, por ejemplo, en la aparición de la Juventud Sindical en la arena política –los sindicatos volvieron a brillar como en los años 40/50, conquistando derechos laborales-, o las decenas de agrupaciones y espacios políticos que brotaron como hongos en el conurbano y el interior del país.
Habernos cruzado en las escaleras del Luna a un compañero –que tiempo atrás se acercó tímidamente porque quería “hacer algo”- con diez cañas al hombro, los trapos, bañado de transpiración, atento a sus compañeros, dando indicaciones, claramente concentrado en la función que se le había asignado, nos permite hablar de un nuevo relato, de una marca de época: somos miles los que acompañamos éste proceso de cambio.

Cristina es la guía, y como juventud tenemos que escucharla con más profundidad, tal cual pasó durante los cuarenta minutos que ella se tomó para hablarnos como militante peronista –y no como presidenta de la Nación-. Escucharla, y también escucharnos. Y actuar con menos acatamiento. Ella misma lo precisó: “ustedes son los que siguen ahora”.

El acto de la “JP del Bicentenario” funcionará de bisagra. La manija la tienen sólo algunos pero lo más importante es que la alegría es de todos –como las jubilaciones, aerolíneas, el matrimonio y el fútbol-. Y con esa alegría, con esas convicciones liberadas, todo tiene que ser más fácil para seguir creciendo y enamorando.
El Eter-Néstor, mientras tanto, con la espalda erguida y entre copos de nieve, sacudido por la alucinante muestra de afecto, amor y agradecimiento que deliraba frente a sus ojos chinos, atinaba a tragar saliva, frenando a la altura de la nuez la pelota que le subía del pecho, pensando, quizá, que valió la pena tanto esfuerzo: que la felicidad del pueblo no tiene precio. Y que por fin empieza a hacer ebullición un elemento crucial para que el proyecto siga profundizándose: el combustible inflamable de la juventud.

2 comentarios:

Vir dijo...

Uauuuuuuu!
Que pincelada,como siempre llena de color y de sonidos, puedo escuchar los cánticos, puedo ver los rostros iluminados, las banderas coloridas, las consignas de hoy y de siempre.
Evita ya lo advirtió.
"Volveré y seré millones"
Brindo por la juventud que está despertando a la politica

Norma dijo...

Muy buena reflexión con crónica. Me llama la atención que, más allá de los grupos asistentes y/o las negociaciones de unidad, en general se habló y se escribió sobre el acto de "la JP".
Lo que sí lamento es el comentario gallináceo, aguante la Academia!!!

Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios