Escribir es acariciar el alma.
Empecé a escribir para estar menos solo y escribir me regaló el placer de la soledad. Esto no significa, ni un poco, que promulgue la soledad como panacea ni mucho menos como aspecto absolutamente necesario del escritor. Porque para escribir hay que conocer. Conocer en dos aspectos: conocer lo que otros ya hicieron y conocer a otros: el escritor es un observador y la soledad limita la observación. Escribir es entrar y salir, es abrir y cerrar. Es comer y vomitar. La escritura es una elección de vida que combina perfectamente la soledad y la vida social. Sin la escritura se puede vivir tranquilamente, pero con ella se puede vivir mejor.
El mundo de la escritura es tan fascinante como fascinante son las distintas personalidades que habitan este mundo. Sé bastante poco de psicología y de sociología. Pero sé que hay conductas que tienden a repetirse en diferentes personas que reúnen similares características y sé también que determinados procesos sociales se pueden advertir de acuerdo a la historia reciente, o más aún, determinados ciclos históricos tienen su razón de ser en la propia historia inmediatamente anterior.
Algo similar pasa con la escritura. Cada escritor es un mundo pero ese mundo está compuesto por algunos hechos, algunas marcas y algunos aprendizajes similares. Y a muchos les pasan cosas afines. Entonces podemos hacernos de algunas recetas. Para cocinar mejor.
Ese vecino de cuando éramos adolescentes es un personaje, nos acordamos de él, tenía entonces unos 26 años y nos parecía enorme. Lo traemos a la mente, lo vestimos, le ponemos esos anteojos que no se sacaba nunca. Pensamos si ese personaje nos seduce tal como fue o lo vamos modificando, podemos inventar su infancia, podemos imaginar su adultez. Algunos autores afirman, y yo les creo, que los relatos de ficción se hacen a través de los personajes. Uno, dos, tres personajes. Hay que definirlos. Hacerlos posibles. Y que caminen.
Ese vecino es un recuerdo. Los recuerdos son la gasolina del escritor. Escribir y recordar forman una autopista. Escribir nos lleva a recordar. Y cuando volvemos del recuerdo escribimos. Es como irse de vacaciones a Mar del Plata por la ruta 2. Y volver.
Si los recuerdos son la gasolina, el conflicto es el motor. Creo que el escritor tiene como tarea describir un conflicto, un conflicto político, el conflicto social, conflictos de relaciones humanas. No digo que la actividad de poner a la luz un conflicto deba ser un objetivo del escritor. No. Esa tarea es ontológica, está dada previamente. Escribir es desarrollar un conflicto. Sin conflicto, no hay escritura. El escritor que se destaca es aquel que puede narrar de una manera atractiva para el lector ese conflicto.
Después hay técnicas. Creo en las técnicas, absolutamente. Un cuento siempre cuenta dos historias. Manejar la tensión. El iceberg de Hemingway (lo más importante nunca se cuenta, la historia secreta se construye con lo no dicho, con el sobreentendido y la alusión). Presentación, desarrollo, desenlace.
Escribir es, ante todo, un ejercicio. Una vez que advertimos que nos gusta escribir, que esa actividad nos moviliza, nos conmueve, nos sirve, entonces lo repetimos y lo repetimos. Y empezamos a pasar de grado. Y ya no sólo es necesidad o placer o un juego; escribir se vuelve un oficio. Una ocupación quizás. Cada uno ahí elige para qué quiere la escritura. Como sea, el ejercicio hace al escritor. El ejercicio de leer distintos autores, distintas estructuras. El ejercicio de escribir todos los días un poco.
Hace ya un par de años que con mi hermano elegimos conocer el mundo de la escritura. Unos meses atrás mi hermano me dijo: “Pensá que de acá y hasta que nos muramos siempre vamos a tener algo lindo para hacer: leer y escribir”.
Escribir nos salva y nos enamora de la vida, al mismo tiempo.
Riki
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Riki Dios
on viernes, 26 de octubre de 2007
3 comentarios:
para mi es sodomizar el alma
no podria estar más en desacuerdo
para mi escribir da asco.
Es una condena.
Lo único que conicido parcialmente es en que escribir es una condena. Es la condena, quizás, de no poder decir las cosas por otros medios.
Pero asco no. En todo caso dolor, escribir es abrir el dolor. Y más asco da dejar el dolor adentro.
Además, en tus poesías no parece advertise que escribir da asco.
Gracias por estar.
Riki
Creo que la gente que escribe lo hace por que no tiene a quien decirselo, que las cosas que tienen para decir no le interesa a su entorno, entonces las vuelca al papel para que algun dia alguien las lea y piense que interesante que era este tipo. Lo malo es que cada vez halla mas gente que escribe, mas gente que se encierre en una hoja de papel y olvide las charlas en un bar, en un bondi, en algun lugar. Con el tiempo todos escribiremos para que nadie nos lea y ese sera el mejor final para cualquier mejor historia. Saludos, y sigo escribiendo.
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