"A qué hora?”.
“A las cuatro y media de la tarde en la puerta de prensa”.
“Aguante, loco”.
La cancha está casi llena. La pista de atletismo, la espalda de los carteles de publicidad, la cámara de un canal de televisión sobre un carril por el que se va a trasladar a la par de una jugada por este costado de la cancha, el campo de juego que parece el paño de las mesas de billar de club Colegiales, el cielo bien azul, las tribunas, las colores de la selección por todos lados, el ruido ambiente. El gallina saca la bandera de la bolsa, le pasa una de las puntas a el Tano y le dice que se aleje. El trapo empieza a ganar forma, se estira, se puede ver la consigna. Me pongo entre el gallina y Marquitos: agarrá el trapo de arriba y de abajo para que no se infle. Empezamos a caminar por la pista de atletismo, en paralelo a la platea Belgrano. Nahuel nos sigue y saca fotos. Bajan los primeros aplausos. Asomo la cabeza por arriba del trapo, veo que la gente se para, mira, hace foco en la bandera y empieza a aplaudir. A los que están la parte baja de la platea los veo con nitidez: las caras, los anteojos para el sol, el pucho en la boca, el celular en la oreja, la ropa, la cartera sobre las piernas de ellas, los nenes y las nenas. La parte alta de la platea está muy arriba, pareciera que se te viene encima. Busco a un amigo que me dijo que iba a estar ahí. Seguimos caminando, a paso lento. Nahuel se pone adelante nuestro y saca más fotos. Cada tanto no miramos entre nosotros, nos mordemos los labios, pegamos algunos gritos, agitamos a la gente con los que cruzamos la mirada. La aprobación de parte de la gente sube y baja en intensidad, pero se mantiene firme.
Llegamos a la curva que nos deja frente a la tribuna visitante, la Centenario. Caminamos por detrás del arco. En la parte media hay unos cinco mil hinchas chilenos. Desde arriba no nos ven porque no les da el ángulo. Más aplausos, alguna canción improvisada de parte de algunos pibes que están motivados: ¿dónde está Lopez la puta que lo parió?. Pasamos por al lado de unos bomberos de la policía federal: nada. Los hinchas de la marea roja también aplauden.
Cuando encaramos la otra tribuna que ocupa el largo del campo de juego, la San Martín, nos vemos obligados a caminar por el pasto porque los bancos de suplentes y las mangas por donde entra el equipo visitante y los árbitros, nos impiden el paso. El campo de juego me pone loco, es una locura, una obra de arte, pisar el césped es maravilloso, el sol hace resplandecer la humedad del verde y me encandila la vista. Desde la San Martín no nos dan mucha pelota, hay indiferencia -no nos ven, pienso-. Nahuel nos hace frenar, se agacha y nos saca otra foto.
Cuando llegamos al otro arco, frente a la tribuna local, la Almirante Brown, donde están los Borrachos del Tablón, enseguida, ni bien nos ven llegar, nos regalan un aplauso emotivo, fuerte, caliente. Veo a los pibes agitando los brazos, la mirada clavada en la bandera. Agito mi mano derecha, grito, estoy eufórico. Atravesamos el área chica, pasamos por delante del arco, miro para arriba, el cartel de la tribuna local, los pibes que cantan, miro para atrás, la otra tribuna, la inmensidad del campo de juego, la sensación personal de que podría jugar tranquilamente, sin marearme, en esa cancha, a la que tantas veces vine a ver a River.
Terminamos de dar la vuelta. Los que están ahí nomás nuestro, en la parte baja, nos aplauden de nuevo. Cruzo la mirada con algunos. Me siento bien, satisfecho. El hombre de saco, que nunca nos había perdido de vista, nos recibe. Una foto, gordo, le pide el gallina a Nahuel. Alta foto, con la cancha a nuestras espaldas, el trapo estirado, la consigna sobre la bandera con los colores de la Argentina, nuestras cabezas asomadas.
¿Podemos ver el partido en alguna parte?, el hombre afirma con la cabeza, nos pide las credenciales, y nos acompaña hasta la salida.
Gracias, muchachos.
( Argentina – Chile, primera fecha por las eliminatorias de Sudáfrica 2010 )
1 comentario:
A pesar de que son gallinas de m... los banco a muerte. Un fuerte abrazo politeísta. Aguante GEN.
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