En el ida y vuelta que se generó a partir del último y conmovedor 24 de marzo, un compañero de la generación de nuestros padres nos hizo llegar un poema. El hombre aclaró que no tenía intenciones de hacer público el texto, pero que si esto sucediese (como está sucediendo en este momento), debería llevar la firma que encontrarán más abajo( "mi nombre de combate durante largos años de resistencia durante la Dictadura"). "Pues es él", aclaró, "quien puede escribir estas cosas y no yo".
Poema del Minotauro
No creo en la gloria, ni en la resurrección de los muertos.
No sé si fuimos justos.
Sé que no fuimos mesquinos.
Nuestros cuerpos, algunos con aliento otros sin sepultura
extendidos están en la ácida y opaca nube de la palabra de los neutrales:
“Seguro que estaba en la joda”.
Luego de atravezar Noche y Niebla, cárceles y exilios
nuestros espiritus estan tambien confinados en el inframundo.
Todos somos espectros recalados en el país de las Sombras.
Muchos tuvieron una moneda de oro hundida en la boca.
En la una o en la otra ribera del Aqueronte, alli
estamos todos confinados, tambien los neutrales,
por la palabra definitiva que los redime de culpa y cargo:
“Y por algo será”.
Es cierto que por algo fue: no somos mesquinos.
Y cuando las flores corren por algún lugar
que es metáfora de la incertidumbre de nuestros destinos
como quien desgrana un rosario, los nombres resucitan
en la memoria y el silencio.
No murmuro un amén, sino un presente en nuestra mudez de sombras.
El corage es mejor que el olvido.
En la intimidad de la evocación, alzo la copa de vino tinto
cual un cáliz. En la mesa de roble del que fuera nuestro país
no falta la orgaza de pan, ni cuenco de sal.
Pobre ceremonia para los mendigos que desean que fuesemos.
Vagamos indecisos en nuestra superivencia, sin que falte
la pregunta indecente, de falsa inocencia como la de la bala
que atravieza lo que no sabemos.
¿ Y porqué vos ? No el otro, el del vacio, el del rio, del veneno
del arco voltaíco, del estupor invencible en el combate. Sí, tantos otros.
Nos cierran nuevamente la reja, nos recluyen nuevamente en la incertidumbre
del horror o la auscencia.
Y quien no vivió entre masacres, o no quiso ver
nunca sabrá porqué en la tierra aun somos sombras
en nuestro país sin éter. No hay preguntas inocentes
por eso la memoria es peor que el coraje.
¿ Quién querrá vernos?
¿ Acaso somos nosotros, esos, los que están ahora en el espejo,
en la foto ajada, en el afiche vindicativo?
El tiempo nada amengua y nuestros cuerpos de sombras, son ofrendas
errando en el laberinto de Asterión. Sin rescate, sin espada mágica,
ni hilo de Ariana, condenados, quizas a nunca más encontrar el Minotauro
que lo sabemos vivo y con descendencia.
No hay preguntas ingenuas, y si les da el cuero
corran a preguntarle a él, pues, sólo él sabe y los de la laya de Asterión.
No creo en la gloria.
Ni en las hazañas. No tejimos ninguna oda Egéa.
No fuimos héroes, diciplinarios, víctimas o santos.
No fuimos Santos,
por eso Ni olvido, Ni perdón
porque algunas veces pienso que hasta fuimos justos.
A qué tanta palabra vacua.
Si la Justicia tanto tarda, me digo quién pudiere tener un doblón
para pagar al barquero. Porqué seguir si somos los intocables, invisibles, los olvidados.
Aquellos que llaman para ser símbolo de no sé qué Terror.
Quién quiere en realidad demolir, destruir el laberinto del Minotauro.
Pues, Asterión es inmortal y es el que nació estrellado, para guardar el arbitrio
celeste del Poder. Y cada vez que es llamado recorrera la tierra, siempre a jamas,
a buscar su pitanza. Con esa inocencia, vanal e ingenua del que cree hacer lo justo.
Nunca venceremos al minotauro sólo podemos destruir su dédalo.
Pero, sólo nos dejan ser sombras
y esa es nuestra Condición Humana, la que elegimos,
la de todavía combatir sin espera. ¿ Sin esperanza?
Repito, no hay preguntas inocentes.
Brindo, con el cáliz de nuestros sueños, por nuestra generación.
Un murmullo, desgranemos nuestro Pater.
Un: ¡ Presente!, para nosotros, que nunca fuimos mesquinos.
No creo en la gloria, ni en la resurrección de los muertos.
El coraje es más fuerte que el olvido
y el dolor más fuerte que la memoria.
José Malatesta.
2 comentarios:
Me volvió a conmover el compañero Malatesta, gracias por su poema.
Qué profundidad tiene el poema, compañeros. Felicitaciones para el autor (al combatiente y al otro también).
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