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Miradas al Sur: Sin Paz

Publicado por los Hermanos Dios en la sección Delitos y Pesquisas del diario Miradas al Sur, el último domingo 02 de mayo de 2010.


Sin Paz

El 19 de agosto de 2009, a las 15.30 horas, el frío que azotaba al barrio Fátima, de Villa Soldati, al sur de la Capital Federal, era amortiguado por un tibio sol. Claudio Paz, abrigado con una campera negra y una gorra roja y blanca, daba sus últimos pasos por la calle Riestra. Dos policías de la Comisaría 36 lo acribillaron a balazos. Al caer, desenfundó un arma y devolvió el ataque, hiriendo en la pierna a uno de los agentes. Sus asesinos siguen prestando servicios. Y van armados a todas las diligencias de la causa.

El informe médico detalla que Paz falleció en el hospital Piñero a las 16.00. En el expediente que se tramita en el Juzgado de Instrucción nº 31 las versiones son contradictorias: por un lado el relato construido a partir del testimonio de varios testigos y, por el otro, la versión policial.

El jueves pasado se realizó la reconstrucción, encabezada por la Jueza Susana Castañera y la Fiscal Viviana Fein. El registro estuvo a cargo de la Gendarmería.

Los abogados de la familia Paz, todos militantes sociales del barrio Fátima, aseguraron a Miradas al Sur que en la reconstrucción quedó en evidencia la debilidad de la versión policial y que el próximo paso debería ser procesar a los agentes. El relato de los policías, en sus declaraciones indagatorias (legítima defensa ante los disparos efectuados primero por Claudio Paz) no se condice con los testimonios que registra la causa. Hay testigos que afirman haber visto como los policías se acercaron a Claudio y, sin más, lo fusilaron; y que lo remataron en el suelo.

Natalia Belmont, una de las abogadas de la familia Paz, destacó la medida judicial de la reconstrucción del hecho: “es un instrumento judicial que tendría que ser más utilizado en este tipo de causas porque permite observar la factibilidad de las versiones. Un elemento de prueba fundamental. Los vecinos le agradecieron a la jueza que se acerque al barrio”.

Miradas al Sur conversó con dos testigos de los hechos que todavía no declararon judicialmente pero que lo harán en los próximos días. Ambos afirman que vieron a Claudio caminando solo (la versión policial insiste en que iba acompañado de dos personas más) segundos antes de los disparos. Uno de ellos vio como Claudio se ponía la capucha de su campera negra para protegerse del frío antes del ataque que sufrió.

Aquel día, un menor de edad que salía de su casa, recibió uno balazo policial en la cara, y el hermano de Claudio, Diego Paz, al enterarse que su hermano se desangraba sobre la calle, llegó corriendo al lugar. Pero fue detenido por otros policías de la Comisaría 36 (implicada en los casos Demonty y Masacre de Pompeya).

Diego le relató a Miradas al Sur: “Yo escuché los tiros pero no me imaginé que mi hermano estaba muriendo ahí. Me avisaron y bajé corriendo, desesperado, había bastante gente y muchos policías, quise acercarme a Claudio, se me abalanzaron, me golpearon y me tiraron al suelo. Pude ver a mi hermano temblando en el piso y vi que se pasaba la mano por su cabeza llena de sangre. Después me metieron adentro de un patrullero y me llevaron a pasear. Me decían: “vos sos un grata, un matarrati”. Yo les quería explicar que soy un trabajador, que tengo sueldo en blanco, que se estaban equivocando”.

Diego Paz trabaja como empleado de seguridad en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Ya contó muchas veces esta historia. Ni una sola vez perdió la calma ni varió el tono firme de su voz. Pero la bronca le inflama los ojos. “Me decían que uno de los suyos estaba herido y que yo la iba a pagar. Pararon el auto en un puente arriba del Riachuelo, me bajaron, me golpearon y me preguntaron si sabía nadar. Me volvieron a subir al patrullero y me amenazaban con dispararme y armar una causa. En un momento reciben por el handy una comunicación que indicaba que el policía herido estaba fuera de peligro. Y eso me salvó”. Pero los apremios no terminaron ahí. “Me metieron en un calabozo de la Comisaría 36 y alrededor de diez policías hicieron un circulo y me cagaron a patadas”. Su madre llegaba en ese momento a la Comisaría y escuchó sus gritos. En el expediente judicial está el registro fotográfico de la paliza: un ojo hinchado que no se abre, heridas cortantes y moretones en los brazos, las costillas y las piernas.

En el sumario iniciado en la Comisaría 36 se acusó a Diego de participar en el tiroteo con su hermano, y por ese motivo se encuentra imputado en la causa. Ni siquiera los policías que dispararon contra Claudio reconocieron en sus declaraciones judiciales que Diego estaba con su hermano al momento de los hechos. De los 14 testimonios que hay en el expediente, ninguno respalda la versión inicial de la Policía. Un escándalo.

Los dos policías involucrados en el homicidio de Claudio Paz continúan con servicio activo en la fuerza. En plena reconstrucción, ante un movimiento de uno de ellos, el brillo metálico, no de una sino de dos armas reglamentarias, a la altura de la cintura, quedaron a la vista de la jueza y todos los presentes. Y la magistrada le ordenó a los gritos que se deshaga de esas armas.

La defensa de los policías está en manos de un equipo de abogados de la misma Policía Federal.

El de Paz es uno de los veinte casos considerados de gravedad que la Defensoría del Pueblo de la Ciudad publicó en un Informe sobre hechos de violencia policial producidos por la Policía Federal entre 2008 y 2009. El informe advierte sobre el uso excesivo, desproporcionado e irracional de la fuerza en perjuicio, generalmente, de los sectores sociales más vulnerables. Y afirma que la necesidad de velar por los derechos humanos es ineludible en nuestra democracia y que es con los procedimientos y principios vigentes la única forma de resolver los problemas de seguridad. “De lo contrario, lo que se genera son más delitos y no una prevención y castigo de los mismos. En los casos en que se activa el accionar policial es imprescindible que se respeten los derechos que la Constitución les otorga a todos los habitantes: derecho a la vida, a la integridad física y el derecho de defensa”.

1 comentario:

fan dijo...

Aguanten los hermanos, que cada vez escriben mejor.
Impactante la historia.

Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios