Cuando Angie tenía dos años y medio su papá, Juan Carlos Barrera, fue secuestrado por un grupo de tareas en la Ciudad de Buenos Aires. Su abuela Paula Efigenia, la mamá de Juan Carlos, estuvo mucho tiempo esperando que su hijo apareciera. Paula Efigenia presentó el habeas corpus en plena dictadura militar, la denuncia en la Conadep cuando regresó la democracia, y siguió esperando, tratando de entender la vida de sus otros dos hijos, hermanos de Juan Carlos, que no encontraban su rumbo.
Angie es amiga de su abuela, por el amor, por la compañía, pero la trata de usted. “Usted, abuela, déjeme a mi, yo la ayudo”.
La conocí a Angie hace 10 años, llegó mi estudio porque trabajaba con la novia de un amigo. Angie sabía que su padre estaba desaparecido, por supuesto, pero quería averiguar algunas cosas más. Enseguida establecimos un vinculo de confianza. Chequeamos las denuncias en Conadep y tramitamos la indemnización de la Ley 24.441. Antes de que termine el trámite le salí de garante en un alquiler cuando se fue a vivir sola. También generamos un vinculo con su mamá, un personaje de película.
Siempre le pasan cosas a Angie, de esas cosas que supuestamente los abogados tenemos una respuesta. Accidentes, problemas de consorcio, maltratos laborales. El año pasado Angie quedó embarazada y enseguida la echaron del Colegio Calazanz: era madre soltera y eso todavía es un pecado.
En el medio de todo esto, hace dos años Angie me dijo que su abuela, Paula Efigenia, estaba muy mal de plata, que los hijos no se hacían cargo y que ella la ayudaba con lo que podía. Le dije –me di cuenta tarde- que su abuela tenía derecho a cobrar el beneficio que otorga la Ley 2089 de la Ciudad, que prevé un subsidio mensual y vitalicio para las madres de desaparecidos que no hayan cobrado otro beneficio por la desaparición de sus hijos. Como este caso.
Así fue que Paula Efigenia, con sus 89 años (ahora tiene 90) consiguió toda la documentación que necesitaba y presentó a principios del año 2009 la solicitud del subsidio ante la Subsecretaría de Derechos Humanos del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Pero no le pagaban. Casi dos años y no le pagaban. El Gobierno de la Ciudad alegaba problemas presupuestarios y no pagaba. Pasaron dos navidades y no cumplía con su obligación legal.
Angie hizo reclamos de todo tipo. Desde la Defensoría del Pueblo de la Ciudad se pidieron informes a la Subsecretaría de Derechos Humanos y se recomendó el pago, pero nada. No hubo respuesta formal. Informalmente le dijeron que no había presupuesto. Más informalmente Angie sabía que la única forma que le paguen a su abuela era haciendo algún escándalo público o salir en los medios.
El domingo salió esta nota en Página 12 sobre el caso.
Ayer la llamaron a Angie para avisarle que mañana, último día hábil administrativo del año, su abuela va a poder empezar a cobrar el subsidio.
Así funciona el macrismo. Así construye su política pública el macrismo: haciendo señas al espejo de los medios de comunicación. ¿Alguien no se dio cuenta todavía? Para Macri lo que pasa pasa en los medios . Sino no pasa. No existe, no está. Es un ente.
Angie es amiga de su abuela, por el amor, por la compañía, pero la trata de usted. “Usted, abuela, déjeme a mi, yo la ayudo”.
La conocí a Angie hace 10 años, llegó mi estudio porque trabajaba con la novia de un amigo. Angie sabía que su padre estaba desaparecido, por supuesto, pero quería averiguar algunas cosas más. Enseguida establecimos un vinculo de confianza. Chequeamos las denuncias en Conadep y tramitamos la indemnización de la Ley 24.441. Antes de que termine el trámite le salí de garante en un alquiler cuando se fue a vivir sola. También generamos un vinculo con su mamá, un personaje de película.
Siempre le pasan cosas a Angie, de esas cosas que supuestamente los abogados tenemos una respuesta. Accidentes, problemas de consorcio, maltratos laborales. El año pasado Angie quedó embarazada y enseguida la echaron del Colegio Calazanz: era madre soltera y eso todavía es un pecado.
En el medio de todo esto, hace dos años Angie me dijo que su abuela, Paula Efigenia, estaba muy mal de plata, que los hijos no se hacían cargo y que ella la ayudaba con lo que podía. Le dije –me di cuenta tarde- que su abuela tenía derecho a cobrar el beneficio que otorga la Ley 2089 de la Ciudad, que prevé un subsidio mensual y vitalicio para las madres de desaparecidos que no hayan cobrado otro beneficio por la desaparición de sus hijos. Como este caso.
Así fue que Paula Efigenia, con sus 89 años (ahora tiene 90) consiguió toda la documentación que necesitaba y presentó a principios del año 2009 la solicitud del subsidio ante la Subsecretaría de Derechos Humanos del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Pero no le pagaban. Casi dos años y no le pagaban. El Gobierno de la Ciudad alegaba problemas presupuestarios y no pagaba. Pasaron dos navidades y no cumplía con su obligación legal.
Angie hizo reclamos de todo tipo. Desde la Defensoría del Pueblo de la Ciudad se pidieron informes a la Subsecretaría de Derechos Humanos y se recomendó el pago, pero nada. No hubo respuesta formal. Informalmente le dijeron que no había presupuesto. Más informalmente Angie sabía que la única forma que le paguen a su abuela era haciendo algún escándalo público o salir en los medios.
El domingo salió esta nota en Página 12 sobre el caso.
Ayer la llamaron a Angie para avisarle que mañana, último día hábil administrativo del año, su abuela va a poder empezar a cobrar el subsidio.
Así funciona el macrismo. Así construye su política pública el macrismo: haciendo señas al espejo de los medios de comunicación. ¿Alguien no se dio cuenta todavía? Para Macri lo que pasa pasa en los medios . Sino no pasa. No existe, no está. Es un ente.
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