El martes pasado estuvimos frente a los Tribunales Federales de Comodoro Py, participando del festival que los organismos de derechos humanos organizaron para seguir en vivo la sentencia del juicio del circuito ABO (los centros clandestinos de detención y Exterminio Club Atlético, el Banco y el Olimpo). Fue una noche especial porque estuvimos ahí como hijos de una generación desaparecida, y también como periodistas de Miradas Al Sur. En la semana le habíamos dicho a nuestro editor que estaríamos allá, que podíamos traer imágenes, palabras y sensaciones. Y así fue.
Acá está la nota que publicaron en el diario. Estamos contentos. Es una buena nota, propia, genuina, militante. El eje central lo habíamos punteado cuando arrancó el juicio, hace un año atras, ya que se estaba produciendo un hecho político transcendental: nuestra generación declararía por primera vez en un juicio por delitos de lesa humanidad, como querellantes directos, después de quince años de espera.
En la calle, frente a los Tribunales, estuvimos charlando, por ejemplo, con militantes de la Juventud Sindical. Entre otros, los chicos y chicas que trabajan en los peajes por los que pasamos cuando salimos de la Ciudad, que hoy están encuadrados en una organización que no para de crecer, y que según sus mismas palabras, estaban ahí, entre otras razones de tipo históricas -la mayoría de los desaparecidos fueron trabajadores-, porque es con este modelo de país que ellos están mejorando sus condiciones de vida. "Sabemos que este es el único gobierno que defiende nuestro intereses". También hablamos con algunos de los músicos detrás del escenario, y todos asumieron que la muerte de Kirchner los había despabilado, que hasta ese momento miraban la realidad política a través del vidrio de la indiferencia. Los HIJOS, a cargo del acto, nos comentaron que este juicio era muy especial porque varios de sus integrantes participaban como querellantes, y porque era la primera vez que se juzgaba a miembros de la Policía Federal Argentina, como el delincuente del Turco Julián.
Cruzarme con mi hermano, los dos con la libreta en la mano, intercambiando declaraciones de tipos como Claudio Morgado, o Pablo Lescano, bajo las banderas de las organizaciones, en el marco de una noche histórica, fue extraordinario.
La salida de nuestros compañeros, por la escalinata lateral, al final del juicio, fue memorable. La emoción que flotaba en el aire pegajoso y oscuro, nos la llevamos a casa, rebotando en la boca del estómago, y una de las situaciones que más nos impactó, fue el eterno agradecimiento que cada uno de los que estábamos ahí sentimos por Néstor Kirchner, el hombre que, sin dudas, nos cambió la vida.
1 comentario:
Parecía imposible,pero es real.
Ahora podemos aliviar un poco nuestras almas y creer que cuando se persiste a la larga o a la corta ganan los buenos!!!!
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