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Historias de cuarentena (10)


Si ellas pudieron, nosotros también, por Liliana Martínez

Suelo decirle a Ariel, mi psicoanalista, que tengo redes y un recorrido personal, lleno de artilugios, herramientas, alertas; de qué agarrarme para capear los retos; y vaya que este es uno.

Me llamo Liliana, tengo cincuenta y muuuuchooosss, soy maestra primaria y me encanta mi laburo. Soy hija, soy madre, soy abuela, amiga, la ex de Edu; soy……, mi desafío continuo.

Viví casi toda mi vida en casa con familias numerosas. Mi infancia y adolescencia compartida con mis viejos y mis dos hermanos, siempre peleando el mango, pero unidos y felices. Mi adultez, me encontró con Edu y el familión de cuatro hijos que formamos. Juntos construimos una casa hermosa, enorme, con jardín y ventanas luminosas. Con arcadas y espacio amplios para que Milti la recorra libre con su silla de ruedas y nosotros la llenáramos de vida, alegría, peleas, risas, llanto. Mucho amor, mucha entrega; de todos, para todos y para afuera.

“Lo hicimos bien lindo”, le digo a Eduardo, mi compañero de ruta, mi familia, aún hoy que somos “ex”. Tengo la dicha de contar con una cofradía de amigas que sabemos reírnos de nosotras mismas, escucharnos, alentarnos, censurarnos y abrazarnos todo el tiempo. La vida casi no tiene deudas conmigo, ni yo con ella; y digo casi porque mi espíritu siempre quiere y espera más (tal vez el desafío de Milton en mi vida sea el artífice de esta capacidad de esperar más).

Noveno día de los tiempos de coronavirus-aislamiento. Aquí estamos, sola en mi nuevo departamento, mi nuevo hogar; conmigo, con mi historia, mis desafíos, mis sueños, mis miedos, mis redes… No sé qué salga de todo esto, pero estoy segura que cuando pase, porque todo pasa, y el corona también pasará, ya no seré la misma, tal vez nadie lo sea.

Estos días me apoyo en mis amigas, mi familia, mi amigo de estos últimos meses; mis afectos. Armo rutinas, me obligo a cumplirlas, me tengo paciencia, me dejo entristecer un rato y me sobrepongo, leo, miro pelis, trabajo y estudio. Muchas instancias, como en mi vida diaria común, pero con un alerta especial para no bajar los brazos y seguir, siempre seguir.

Mientras tanto les voy a compartir mi ventana, adornada desde el 24 de marzo, con cuatro pañuelos blancos, confeccionados con hojas de rollo de cocina de diferentes tamaños, que me sirven para recordar que si ellas pudieron, nosotros también.

1 comentario:

Gabriela Eleonor dijo...

Hermosa Lili!!!! Siempre presente en el día a día.!!!! Te abrazo desde aquí!!! Gracias!!!!

Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios