Faltan más de tres horas para que pase el fenomenal desfile del Bicentenario. No sabemos que nos espera pero en las veredas, de este lado de las vallas, en ambas manos de la Av. de Mayo, ya no hay lugar para acomodarse. Miles de personas bordean la tradicional avenida, tomando mate, con mochilas o bolsos colgados al hombro. Llegamos como podemos a Plaza de Mayo, y en el camino vemos que las familias vinieron enteras: la abuela, los nenes, la tía. El transporte público es gratuito, los subtes y los colectivos van llenos hasta el centro. Los trenes que vienen del conurbano están repletos y después nos enteraríamos que muchas familias no pudieron llegar al centro por haberle sido imposible subir a esos vagones durante todo el día.
Todavía hay luz diurna, pero las posibilidades de desplazarse por el centro se acortan. Cada vez más gente. Decidimos ir a tomar algo y caminar. Todo el centro es una gran peatonal. Ver la avenida Corrientes sin ningún auto y totalmente cubierta de gente que viene y va nos emociona y nos descoloca. Los bares hacen records en sus recaudaciones, pueden no trabajar por un par de meses.
Martes 25 de mayo. 18.45 horas.
Nos acercamos por San Martín hasta Av. de Mayo, es casi imposible avanzar. Quedamos apretados, como en la tribuna de River en cancha de Boca, a cuatro metros de la valla. Las petisas y los petisos no ven nada. En un momento se escuchan muchas voces y un empujón como avalancha: son como 40 actrices y actores, pintados, vestidos de época, que tienen que participar en el desfile y por la cantidad de gente que hay no encuentran lugar para acercarse a Plaza de Mayo. Gritan, en tono socarrón: “si no nos dejan pasar el show no va a empezar”. El Cabildo lo vemos de costado y después no vamos a poder interpretar ninguna imagen. Más tarde pasa Cristina y le gritamos algún elogio. Toda la comitiva comienza a caminar por avenida de Mayo hasta el palco. Bastante rato después comienza el desfile. Era el arranque y las carrozas o motivos no desplegaban todo su arte: lo iban a hacer frente al palco y a partir de ahí durante todo el recorrido.
Martes 25 de mayo. 20.25 horas.
Damos una vuelta y entramos por Esmeralda para ver nuevamente parte del desfile. La gente está amontonada frente a las vallas y sobre Esmeralda hombres, mujeres y niños se suben a lo que pueden. Creo ver a Bochini subido a un desnivel de un negocio, me acerco y es él, el ídolo de Independiente, haciendo esfuerzo con el cogote, como un pato, para poder ver lo mejor posible, apoyando el cuerpo en la pared para no caerse.
Martes 25 de mayo. 21.35 horas.
Nos acercamos a Belgrano y 9 de Julio. Ahí nos quedamos y esperamos el desfile. Queremos verlo entero, total. Tarda pero llega. Y el resultado es imponente. El asombro es total, como si hubieran aparecido extraterrestres. La gente aplaude todo con mucha alegría. Cuando pasa la representación de las madres de plaza de mayo el aplauso es con las manos arriba de la cabeza, cerrado, respetuoso, histórico.
Miércoles 26 de mayo. 00.02 horas.
Nos vamos. La ciudad está absolutamente tomada. Decenas de vendedores ambulantes, aros, pulseras, pañuelos, empanadas, sándwiches, gaseosa, cerveza. No hay orden legal pero hay orden popular. Suena Agarrate Catalina. Tenemos que caminar hasta Santa Fé y Pueyrredon para encontrar un taxi.
Al otro día la Policía Federal Argentina informa que durante los cuatro días pasaron 7.000.000 de personas y sólo hubo 26 detenidos por hurtos menores: un dato que nos dice mucho más que cualquier explicación sobre este fenómeno único que pudimos vivir, que nos hizo muy felices y que creemos irrepetible.(Riki)
1 comentario:
Maravilloso!, que se puede agregar.
Todavía el nudo en la garganta.
Todavía los colores, la musica, la alegría.
Un sueño hecho realidad.
Una fiesta inolvidable!
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